'Josep', la joya de animación que rescata al amante de Frida Kahlo y superviviente del franquismo
El dibujante francés Aurel estrena la cinta de animación 'Josep', un retrato de Josep Bartolí, dibujante catalán antifascista que huyó de los campos de concentración franceses y acabó exponiendo en Nueva York
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Fotograma de josep / CEDIDA
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Casi medio millón de españoles se vio obligado a huir del franquismo, la mayoría de ellos, se exilió por la frontera catalana con Francia… Machado fue uno de ellos, pero hay miles y miles de nombres y rostros anónimos. También huyo Josep Bartolí un dibujante y pintor catalán, que había luchado en la guerra y que acabó en un campo de concentración francés. Su vida y obra la rescata ahora el cine francés, concretamente otro dibujante, Aurel, que conoció la historia de Bartolí y su apasionante vida y quiso llevarla a la gran pantalla, pero siempre con la animación como vehículo para contar la historia.
Tres tipos de animación se alternan en Josep: cada una de ellas a un tiempo diferente, para contar no solo lo que le ocurrió a Bartolí -ejemplo de lo que sufrieron tantos españoles-, sino también una historia de reconciliación, no entre bandos, pero sí entre generaciones, la de los nietos y los abuelos.
Bartolí fue Comunista, republicano y sindicalista (fundador en 1936 del sindicato de dibujantes de prensa de Cataluña), por lo que tenía todas las papeletas para ser fusilado por los franquistas. Por ello, cuando cae la República se exilia a Francia. En este país, en solo dos años, será encarcelado en siete campos distintos, pero logra fugarse gracias a su amistad con un militar francés. Su vida no acaba ahí: de Francia fue a México, país que acogió a muchos refugiados españoles, y que tuvo una eclosión cultural de la que Bartolí formó parte. Fue amante de Frida Kahlo. Y de México saltó a Estados Unidos, allí murió en 1995 tras años codeándose con los grandes pintores extrperionistas, Pollock, Rothko, De Kooning. Su archivo y su legado ahora se encuentran en el ayuntamiento de Barcelona, pero su figura sigue sin ser excesivamente conocida.
Al director, la figura de Bartolí y la historia de la guerra civil y el fascismo le sirve para conectar con el mundo actual, con una Europa llena de campos de refugiados, con gente abandonada totalmente y con el racismo volviendo a resurgir. Josep está nominada a los premios del Cine Europeo, cuenta con el sello del Festival de Cannes y ganó el premio a mejor dirección en la Seminci. En Francia logró una taquilla de más de un millón de euros, dicen que en la sala el silencio era notable, quizá entre los espectadores había muchos hijos de esos emigrantes españoles que tanto sufrieron.
¿Cómo conoces a Josep Bartolí, una figura que no es muy conocida en España?
Tampoco en Francia es tan conocida. En primer lugar, descubrí su trabajo, sus dibujos, que gracias al libro que escribió su sobrino, Jacques Bartolí, que se llama La Retirada. En él cuenta la historia del exilio de su familia y lo ha ilustrado con unos dibujos de su tío Josep, sobre todo, dibujos hechos dentro de los campos de concentración. En la portada sale un dibujo muy impactante, el de un soldado republicano con una sola pierna. Ese dibujo es el que usé en la película para su exhibición en Nueva York. Esos dibujos eran tan fuertes que me sedujeron inmediatamente, porque hablaban de un tema que me apasiona, la Guerra de España, y porque el trazo era casi perfecto para mí.
La película muestra ese puente entre dos generaciones, abuelos y nietos, no sé si te planteabas contradecir esos mensajes que dicen que no hay que revolver el pasado…
Eso es un tema muy español. En Francia no pasa tanto, bueno hay también políticos que dicen eso, de no mirar al pasado para ir al futuro. Es algo que no es verdad. Intentar no hablar de lo que ha pasado en los últimos 80 años es algo muy español, no creo que ocurra en Francia, salvo en temas como la Guerra de Algeria. No era un mensaje particular porque es una película francesa, pero lo que sí me parecía interesante es el tema de la transmisión entre una generación y otra. Pienso, y así lo hemos hecho en la película. Este tipo de memoria, cuando es un poco difícil, salta una generación. Es mucho más fácil para un abuelo explicarle su vida a sus nietos, que a sus propios hijos, como vemos en la película.
También hay una mirada dura a una Francia que en los 40 tenía campos de concentración para los emigrantes que salían de la guerra, ¿cuesta mirar a ese momento de la historia francesa?
Es que no se conoce todo esto. Vale que sí se sabe en esa zona de Occitania y en zonas donde hay muchas familias con pasado emigrante; pero en general no es algo que se conozca a nivel nacional. Hace poco se inauguró un memorial cerca de uno de esos campos y empezó a hablarse, pero no lo conoce mucha gente. Para el guionista y para mí ese desconocimiento era una razón para contar una historia. No es nuestro tema principal, hay muchos: la memoria, los campos de concentración, lo que hizo Francia, la transmisión entre generaciones, son temas que están en la película y que ayuda a que muchos espectadores descubran una parte oscura de la historia francesa, de lo que hizo el estado francés con sus vecinos que solo buscaban la patria de los Derechos Humanos y encontraron la nada, y la inhumanidad.
Al final todo ese contexto histórico envuelve a una relación de amistad entre dos hombres…
La amistad es otro tema. Cada uno destaca un aspecto y pone el foco en uno de los muchos temas. Para mí el tema principal es el dibujo, tanto en lo formal como en lo narrativo. Para el espectador que venga del sur de Francia, su tema principal será la memoria y el exilio. Para un profesor de historia del Norte de Francia, la parte histórica de nuestro país. La amistad es un tema más universal, que permite acercaros al dibujo, al arte y cómo un artista necesita los ojos de otra persona para permanecer, para que su arte viva.
Hablaba del dibujo, hay tres tipos de animación diferentes, ¿por qué decides emplear esos tres estilos en la misma historia?
Si me refiero a tres tipos, lo separo en lo contemporáneo, la memoria y el trazo que está dibujando el propio personaje de Josep. Ese trazo de Josep quería mostrarlo a la pantalla, porque la película es un homenaje al dibujo en general, pero a un artista en particular. Quería enseñar sus dibujos porque me inspiraron mucho. Eso lo tenía muy claro y tenía que mostrar de alguna manera para el espectador que eso era diferente de los dibujos míos como director y creador de la película. Por eso, puse los dibujos de Josep en un papel lineado, porque era en ese tipo de papel donde dibujaba en los campos de concentración, un papel hecho para escribir cartas. La parte de memoria y la parte contemporánea son mis dibujos, pero los imaginé como algo muy clásico, tanto por la animación como por la manera de hacer una imagen muy clásica. En la parte de memoria el blanco y negro cubre los campos, el color empieza a aparecer en la parte mexicana y en Nueva York el trazo se va hasta casi la abstracción.
¿Por qué crees que es tan poco conocido el trabajo de Josep Bartolí?
La verdad es que no lo sé. Hay varias respuestas. Hay una frase de un famoso guionista y literato francés, cuando le hablé de Josep, me dijo que dibujaba demasiado bien para estar reconocido en la época de los 70. Era una época de abstracción total y el dibujo era algo más antiguo. Había que pasar a otra cosa.
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Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...