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Bombas calóricas, hambre emocional y calorías vacías

¿Hay alguna explicación detrás del hecho de que cuando nos entra un ataque de gula estemos más predispuestos a consumir productos que no nos convienen? Y, ¿qué son las calorías vacías? O, ¿cómo de dañino puede ser comerse una palmera de chocolate de más de 2000 calorías? Sobre estas cuestiones y si está a favor o en contra del controvertido turrón de patatas fritas hablamos con el experto Miguel Ángel Lurueña.

Bombas calóricas, hambre emocional y calorías vacías

Bombas calóricas, hambre emocional y calorías vacías

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Madrid

2.300 calorías, 425 gramos y un 37 % de grasas, de las cuales el 23 % son saturadas. Este es el perfil nutricional de la palmera de chocolate que tanto eco ha tenido en Twitter. Sabiendo esos datos, ¿se la comería? Porque nuestro experto en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Miguel Ángel Lurueña, rotundamente no. Considera poco recomendable incorporar a nuestra dieta un producto con tales componentes en su etiquetado.

Palmera de chocolate de 2.300 calorías

Palmera de chocolate de 2.300 calorías / Julio Basulto

Palmera de chocolate de 2.300 calorías

Palmera de chocolate de 2.300 calorías / Julio Basulto

¿Es uno de esos alimentos que contienen las denominadas “calorías vacías”?

Las calorías son la forma de medir la energía que aportan los alimentos. Decir que un alimento aporta calorías “vacías” equivale a decir que aportan mucha energía, pero no tantos nutrientes. Este es el caso de los refrescos, que contienen mucho azúcar y cero vitaminas o minerales. Así nos lo explica Lurueña.

¿Hay alguna explicación científica detrás de nuestros ataques de gula?

Pues sí y se conoce como hambre emocional. Según el experto, el hecho de que estemos más predispuestos a consumir ciertos productos que, nutricionalmente hablando no nos convienen demasiado, se debe a una respuesta que genera nuestro organismo ante esos estímulos.

A la hora de comer ciertos alimentos que consideramos “ricos” y que tienen azúcar, sal, grasa, o crujen, nuestro cerebro segrega ciertas sustancias que nos aportan placer, como las endorfinas. Y, después, relacionamos esa sensación placentera con esos alimentos. De manera que, cuando estamos bajos de ánimo, por ejemplo, tendemos a recurrir a esos productos precisamente.

Otra bomba calórica: el turrón de patatas fritas

Esta última semana llegaba la noticia de una nueva creación navideña: el turrón de patatas fritas, que se vende como producto gourmet. En redes sociales, algunos dietistas y nutricionistas se han mostrado escandalizados ante este producto: “Es el mayor conocimiento de la tecnología alimentaria, puesto al servicio de los peores fines”, declaró Juan Revenga.

Lurueña coincidía en este último punto: “Desde el punto de vista tecnológico, es una fantasía. Desde el nutricional, una aberración”. Lo tacha, incluso, de estrategia de marketing efectiva. Y tú, ¿lo probarías?

 
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