La curva del perro
Unos y otros ignoran que quien quiera que se desplace siempre en línea recta en busca del poder, que es un objetivo móvil, acaba describiendo una curva prodigiosa.
Madrid
Se trata de la curva del perro, Pepa. Las sesiones de control al Gobierno en el pleno del Congreso de los Diputados se han convertido en una esgrima penosa, reiterativa e inútil. Los de la oposición, que preguntan, insisten en aducir testimonios probatorios de la incoherencia del Gobierno, sea a propósito de Unidas Podemos, de Esquerra Republicana de Catalunya o, más aún, de EH Bildu. Formaciones que merecieron anatemas del presidente Sánchez, quien ahora les prodiga sus mimos, sin señalarles objeción alguna.
Los del Gobierno, que responden, vuelven sobre las ocasiones en que los votos del PP cayeron del mismo lado que los de aquellos que estigmatizan como réprobos. Además, el Gobierno, al arrogarse el adjetivo de legítimo, parece como si excluyera a la oposición de esa misma legitimidad. Unos y otros ignoran que quien quiera que se desplace siempre en línea recta en busca del poder, que es un objetivo móvil, acaba describiendo una curva prodigiosa. En geometría se llama curva de persecución. La del perro es un caso particular.