Fama, el transformista que rompió los esquemas de los años 80

Madrid

Fernando Telletxea nació en Rentería una villa situada en la provincia de Guipúzcoa, en 1948. Durante su carrera musical, dio vida al transformista del que se enamora Imanol Airas en ‘La muerte de Mikel’, de Uribe. Su nombre artístico era ‘Fama’, y a lo largo de su vida tuvo que sufrir bullying por parte de su entorno por romper los moldes sociales durante los años 80.

“Su voz de soprano le hacían muy afeminado, como se decía en aquellos tiempos”, comentó Elvira Lindo. Por esta razón, “hizo de mujer en el escenario”, pues su timbre se prestaba a la interpretación de papeles femeninos.

¿Y cómo le ha venido a la colaboradora el recuerdo de Fama? Con la serie ‘Veneno’, que rememora la vida de Cristina Ortiz, una mujer transexual que se dedicaba a la prostitución en el parque del Oeste, y que un día gracias al programa de Pepe Navarro saltó a la fama. Sin embargo, el “la tele en los 90 no las integró, las condenó al ‘frikismo’ que no creo que sea un lugar digno para ellos”, explicó Lindo.

Gracias a la serie que han creado los Javis, su figura se está empezando a reivindicar. Sin embargo, la escritora lamentó que se reconociese a personajes como Veneno una vez muertas, puesto que su imagen inspiró y sigue inspirando a los jóvenes para descubrirse a sí mismos. 

Relato de seis mujeres sin cadenas

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Por otro lado, el escritor Dimas Prychyslyy fue becado por la Fundación Antonio Gala hace unos años. Escribió 'Con la frente marchita', un libro recreación de 6 mujeres que sufrieron marginación y con el tiempo se han convertido en leyenda.

La obra elabora un recorrido inusual por la historia de los cuerpos, de personajes extravagantes que han habitado en los márgenes de la sociedad. Se inspiró, en este sentido, en Lolita Pluma; las dos Marías, que fueron marginadas en su ciudad, Santiago de Compostela, por la postura política de sus hermanos; Carmen de Mairena; Rosario Miranda, una mujer transexual en un entorno rural; y Mónica del Raval.

El escrito consideró que, hoy en día, el umbral de tolerancia se ha abierto en la sociedad, pero “ante cualquier crisis, se vuelve más cerrado”. Aun así, parece que esa percepción predeterminada de que el destino de las mujeres transexuales, era el del mundo de la noche como única salida laboral, parece que, poco a poco, se desvanece de la mentalidad del siglo XXI.

“Hemos creído que su destino natural era que tenían que dedicarse al mundo de la noche. Hay que profundizar y seguir luchando”, concluyó Prychyslyy.