El Gran Wyoming ya no quiere ser Wyoming

Madrid

Las elecciones de Estados Unidos se alargan agónicamente mientras el mundo observa expectante. Y mientras el conteo de votos avanza con cuentagotas, no dejan de conocerse fenómenos sorprendentes que pocos expertos pudieron predecir. Como la inmensa cantidad de población latina y afroamericana que ha votado por Trump, o la victoria de Biden en estados que hasta ahora eran feudos indiscutibles de los republicanos.

Otro dato de los comicios ha sorprendido negativamente a uno de los rostros más conocidos de nuestra televisión. El Gran Wyoming, al conocer que el 70% de la población del estado que lleva su nombre ha votado a Trump, reconoce estar sopesando cambiar su apodo por ‘El Gran California’. El presentador de ‘El Intermedio’ ha pasado hoy por los micrófonos de La Ventana para ofrecernos su impresión del tenso momento que atraviesa la sociedad norteamericana.

Según nos ha contado, la aparente tendencia ideológica de Wyoming no es el único factor de este territorio que le disgusta. El showman define al estado, que ha visitado, como “el estado de los hombres Marlboro, donde van los ricos a retirarse y a vivir como terratenientes sin ley, algo así como en ‘Los Santos Inocentes’”. Teniendo esto en cuenta, no le sorprende especialmente que el candidato republicano se haya llevado la mayor parte de los votos.

Aún así, sí se muestra sorprendido por la cantidad de votos que Trump ha recibido en todo el país. “Trump debería ser un 'freak’ que se presentase por un partido marginal, pero en cambio recibe millones de votos”, asegura. Una situación que se torna aún más extraña si tenemos en cuenta que varios integrantes del grupo conspiracionista ‘QAnon’ han adquirido puestos en algunas instituciones al presentarse con el partido republicano. Algo que Wyoming interpreta como síntoma de que “la buena gente de este mundo está en decadencia”.

A pesar de todo, el presentador se muestra confiado en la derrota de Trump. Llegó a esa conclusión tras verle en televisión cuestionando la legitimidad del proceso electoral, con un lenguaje corporal “de perdedor”. Al reconocer que su animadversión hacia el magnate probablemente sería mutua, Wyoming admite orgulloso que a sus 65 años “le odia toda la gente a la que desprecia”, lo que demuestra que “no ha sido corrompido por la edad ni por la fortuna”.