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Aaron Sorkin llama a la revolución en las calles con 'El juicio de los 7 de Chicago'

El director y guionista estrena 'El juicio de los 7 de Chicago', sobre uno de los juicios más populares de la historia de Estados Unidos, un thriller político que denuncia la violencia del estado contra los ciudadanos

Fotograma de El juicio de los 7 de Chicago / CEDIDA

Madrid

Hollywood está en campaña electoral. Estados Unidos se juega mucho el próximo noviembre con las elecciones presidenciales y la mayor parte de la industria echa el resto antes de la campaña electoral. Si hay un creador progresista en Hollywood capaz de unir las críticas al partido demócrata, con la demostración de cómo debe ser la política, es Aaron Sorkin. Mostró el fracaso de los demócratas en la serie The Newsroom, pero antes ya había dejado claro que otra política es posible, en El Ala Oeste de la Casa Blanca.

En cine, Sorkin también ha tratado de mostrar la decadencia de un sistema y de un país. De eso iba también La Red social, película de David Fincher de la que Sorkin firmaba el guion. En El juicio de los 7 de Chicago, película que escribe y dirige lo que muestra es la división de la izquierda y la traición e inacción de la izquierda más moderada. Algo así como una izquierdita cobarde.

"Empiezo con un hecho histórico, pero a partir de ahí tienes que tomar decisiones. Estamos contando una historia y tienes que tomar decisiones sobre intenciones, obstáculos que se encuentran. Si coges a diez guionistas distintos y los pones a escribir una película sobre este caso, tendrías diez piezas completamente diferentes. Podría haber sido más cínica, con otro tono...", explica Sorkin en un encuentro con los medios, entre ellos la Cadena SER.

El tono al que se refiere es el mezclar varios relatos durante el juicio. Multiperspectiva, cambios temporales. Planos cortos, rápidos, guiones incisivos, divertidos, inolvidables y actores en estado de gracia. Esa es la decisión del director que escribió esta historia en 2007 para Spielberg y, por suerte, la ha llevado él a la gran pantalla.

El juicio de los 7 de Chicago va y viene entre ese juicio a siete chavales de varios colectivos de izquierdas que protestaban contra la Guerra de Vietnam frente a la Convención Demócrata celebrada en Chicago. Una juventud que veía cómo sus amigos y familiares morían en Vietnam o asesinados en las calles de su país. Martin Luther King o Kennedy habían sido eliminados de un país que se revolvía en su conservadurismo y racismo. La caza de brujas emergía de nuevo y eso fue el motivo para esa pantomima de juicio que Sorkin recrea con tono teatral, casi shakespeariano.

“Es el Shakespeare moderno. Por eso todos queremos decir un guion suyo. Está claro que esta es una pieza en tres dimensiones y como actor da mucha seguridad estar con alguien tan brillante”, reconocía Sacha Baron Cohen, que es uno de los protagonistas de esta cinta. Interpreta a Abbie Hoffman, un judío hippie y activista por los derechos humanos sobre el que el actor ya había hecho una tesis en su época universitaria.

“Hice mi tesis doctoral sobre los activistas judíos y blancos en el activismo negro desde los 60 hasta el año 76. Abbie Hoffman fue uno de esos judíos de izquierdas estudiante, que ayudó a los negros a conseguir el derecho a voto. Estaba en un comité no violento de la universidad. Es curioso que dos tercios de los activistas blancos que luchaban contra el racismo eran judíos en aquellos movimientos izquierdistas”, explica con orgullo el actor, que podría estar nominado al Oscar con uno de sus primeros papeles dramáticos de su carrera.

Sorkin, culto y amante de la literatura, no solo bebe de Shakespeare, también de Cervantes. De ahí la frase en la película de "que vas a conquistar a España". Y de ahí la dicotomía entre dos de los protagonistas. Porque si el personaje de Sacha Baron Cohen es el Quijote de esta historia, el Sancho Panza es el que interpreta Eddie Redmayne. El actor británico interpreta al niño bueno, que no quiere romper nada y que cree que el propio sistema cambiará solo. La moderación.

Mark Ryalnace, en el papel de abogado defensor de los muchachos, Jeremy Strong en el papel de un hippy con ingenio y Frank Langella en el del juez, o Joseph Gordon Levitt haciendo de acusación particular, la que pagó el Partido Republicano de Nixon, en el poder cuando se celebró el juicio.

"La película habla sobre la celebración dela protesta. Sobre la libertad de protestar cuando el poder te oprime, como ocurre hoy", dice el actor ganador del Emmy por Succesion, Jeremy Strong. Y es que las comparaciones con el momento actual son evidentes. Sorkin no las obvia, no les tiene miedo. Todo su universo ha tenido el valor de hablar del momento presente, también esta cinta que se estrena, primero en cines y luego en Netflix, y que llegará semanas antes de uno de los comicios más importantes en décadas.

Las manifestaciones del Black Lives Matter, el racismo de las instituciones, la violencia policial en Estados Unidos o en las manifestaciones de cualquier otro país, Chile, España... resurgen en la mente del espectador cuando la película recrea las cargas policiales que tuvieron lugar en la época y que sirvieron para condenar a estos activistas por conspiración contra el gobierno. Un gobierno que mandó la policía para acallar las protestas que denunciaban la inoperancia y la violencia del ejército fuera y dentro de su territorio.

"En las manifestaciones siempre va a haber un pequeño grupo que haga daños, queme cosa, que haya caos; pero la derecha explota eso para decir que todo el movimiento y las protestas hacen eso, y pretende que quede invalidado. Esa es la pelea entre los dos personajes, que representan dos facciones. Una pelea que ahora se da también entre una izquierda moderada y una izquierda más a la izquierda. Una parte que dice que el cambio debe producirse en las elecciones y que no se caliente a la policía. La otra, dice que estamos tan mal que es el momento de romper cosas", explica Sorkin.

"El coraje de esta gente que retratamos en la película no es una fanfarronería. Ellos creen en la revolución. El personaje de Sacha Baron Cohen dice que el precio de la revolución es su vida. Cuando han militarizado las calles, ya hay una confrontación", añade el director. 

El dilema de quién ejerce la violencia en una manifestación, si los manifestantes o los policías, y la demonización de la protesta es uno de los debates que ha acompañado a la izquierda desde décadas y que emergen de este drama judicial. "¿Qué hacen los individuos cuando nos amenazan con quitarnos la democracia? ¿Nos levantamos o no? Ya no sé si hay otra opción y me da miedo que las protestas sean la única opción si las elecciones no salen bien. ¿Vamos a ir a las calles o dejaremos que esto acabe en una autocracia? No sé lo que pasará, pero vienod la situación de las instituciones políticas, el maquillajw de la Corte Suprema... la gente va a tener que tomar una decisión, igual que la tomaron los 7 de Chicago", reflexiona Baron Cohen. 

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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