Limpiar el pasado sin ensuciar el presente
Miguel Ángel Aguilar reflexiona en 'Hora 25' sobre el proyecto de Ley de la Memoria Democrática del Gobierno
Limpiar el pasado sin ensuciar el presente
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Madrid
Escribía Milan Kundera su propósito de combatir la injusticia sin incurrir en ella. En esa misma línea, el proyecto de Ley de la Memoria Democrática debería también limpiar el pasado sin ensuciar el presente. Por eso, Pepa, se recomienda la lectura de Manuel Chaves Nogales, en particular de su libro 'A sangre y fuego: héroes, bestias y mártires de España', que de todo hubo entre los alineados con los que siguieron leales a la República y los que se sumaron a los militares sublevados el 18 de julio de 1936. Ni siquiera las barbaries de los alzados en armas que acabaron unificados bajo el mando del generalísimo Franco pueden aducirse con la pretensión de convalidar las réplicas sangrientas que suscitaron en sus antagonistas.
Perete, un obrero encuadrado en el Ejército Popular que combatió en la batalla de Brunete a las órdenes de Lister, reconocía que ni unos ni otros tiraban con mazapán y muchos años después, Javier Pradera aceptaba que se luchó a muerte por muchas cosas y causas, pero que quienes lo hicieron por las libertades y la democracia fueron muy pocos y en buena parte acabaron integrándose en esa España extraterritorial que definió Arturo Soria y Espinosa.
La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, que se exhibe como promotora del proyecto de ley, debería cuidarse porque podría acabar metiéndose en un jardín. Dado que las víctimas memorables son también las de las checas, los tribunales populares o las abatidas por organizaciones terroristas como ETA o GRAPO, cuyos asesinatos han llegado casi hasta nuestros días. Hágase acopio de concordia y perdónemonos. Sea.