El emérito, al final de la escapada
El eventual proceso judicial al rey Juan Carlos I va a coincidir con los estragos del coronavirus, con paro galopante, con inquietudes económicas máximas, es decir, con la piel social del país híper sensibilizada
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Madrid
A medida que van bajando las aguas de la gran pandemia reaparecen los asuntos aplazados. Uno de ellos, el de las presuntas irregularidades del rey emérito, que después de muchas idas y venidas, muchas vueltas y revueltas, se acerca al final de la escapada. Un asunto con gran capacidad desestabilizadora. En primer lugar, naturalmente, por la propia enjundia de los hechos objeto de investigación, de los que se venía ocupando la Fiscalía Anticorrupción y que a partir de ahora corresponderá a la Fiscalía del Supremo.
El emérito, al final de la escapada
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Vaya por delante la presunción de inocencia, como es natural, pero se indica que se ven indicios de delito en las comisiones abonadas en la segunda fase del AVE a La Meca, hechos posteriores a junio de 2014, cuando el emérito ya había perdido la protección de inviolabilidad. En estos momentos, se aguarda el resultado de la comisión rogatoria solicitada al fiscal de Ginebra que ya se reunió en Madrid con el titular del Juzgado número seis y con la Fiscalía Anticorrupción. Pero además es importante por la propagación mediática del proceso, más allá de los estrictos límites legales; por ejemplo, será inevitable que, aunque corresponde al periodo de inviolabilidad, asome por todas partes esa visita misteriosa de Juan Carlos a su gestor de fondos en Suiza, en febrero de 2010, con un maletín de millón y medio de dólares en la mano, cuando era jefe de Estado en ejercicio, noticia publicada y nunca desmentida. Y no menos inevitable, que se cargue todo bien morbo con Corinna.
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Pero además se da una circunstancia muy agravante y es que el eventual proceso judicial va a coincidir con los estragos del coronavirus, con paro galopante, con inquietudes económicas máximas, es decir, con la piel social del país hipersensibilizada. Todo muy delicado y muy explosivo, y por eso es preciso que se lleve el asunto con la máxima escrúpulo técnica, y también es preciso que no haya un cierre en falso.