Una de las derrotas más duras sufridas por Rusia
Pocas batallas navales han tenido un peso tan importante en la historia como la que tuvo lugar el 27 de mayo de 1905 entre el Imperio Ruso y Japón
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Una derrota sonrojante para los rusos
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El enfrentamiento entre las dos flotas tuvo lugar en el estrecho de Tsushima, que dio nombre a la batalla y que se encuentra entre Japón y Corea.
Para Nicolás II, el zar ruso, la guerra era inevitable. Estaba al frente de un gran imperio que se había ido ganando un nombre y expansión territorial durante siglos. Con unas considerables dosis de racismo, tanto él como muchos de sus consejeros consideraban que el enfrentamiento contra la nación asiática sólo podía acabar con una victoria aplastante rusa. Además, la inestabilidad interna en Rusia hacía aconsejable una campaña militar que uniera a todo el pueblo detrás de su zar y de sus fuerzas armadas. Y la razón suprema es que los japoneses lo habían provocado, atacando a la flota rusa en Extremo Oriente. La ventaja inicial que se habían cobrado los insolentes japoneses debía ser corregida brutalmente.
Pero Rusia tenía un pequeño problema: tenía los barcos con los que tenía que luchar contra los japoneses en el mar Báltico y la ruta norte estaba impracticable, así que no quedó más remedio que… dar la vuelta al mundo. Cuando después de semanas de navegación llegaron hasta la costa coreana, estaban listos para vengar a sus compañeros de la derrotada flota oriental. O eso creían.
Porque el almirante Togo, al frente de los buques japoneses, les sirvió a los rusos una derrota aún más dolorosa. 21 barcos rusos fueron hundidos, 6 quedaron inutilizados y los demás se rindieron. El emperador ruso tuvo que hacer frente a un levantamiento popular pocos meses después, preludio de la revolución que acabaría con su imperio y con su vida en 1917. Japón, por otro lado, había sellado de forma espectacular su entrada en el escenario internacional.