Lecciones
Mientras Salvador Illa descubre que, a veces, es mejor una respuesta corta y contundente, parece irónico que no sepamos cómo va a ser el verano tras pasar un fin de semana con temperaturas más parecidas a las de junio que a las de mayo
Madrid
Como no sabemos el verano que tendremos, el verano se ha adelantado en este primer fin de semana de salidas por franjas y en el que muchos, al cruzarse, compartían sonrisas cómplices, de liberación. Ya habrá tiempo de increparse cuando vuelvan los atascos que, de momento, ha surgido una complicidad extraña, como la vez en que salimos a los balcones pero era aún de día y pareció que estuviésemos enseñando nuestra intimidad. Algunos vecinos se vieron entonces la cara por primera vez.
Entre el buen tiempo, el paseo, la cifra a la baja y la concurrencia esto era otra cosa. Ante el riesgo de que nos confiemos, Fernando Simón no ha optado ya por recordarnos la importancia de la prudencia, sino por hablarnos de la segunda ola de la epidemia.
A pesar de los avisos, era difícil no notar este fin de semana -puente para muchos- que había algo distinto. En general, y como siempre, ha habido de todo: sólo el sábado, 119 detenidos y 16.000 propuestas de multa. Un matrimonio de la Rioja decidió que era mejor que ella se escondiera en el maletero para burlar, sin conseguirlo, el control policial. Esas cosas pasan, pero la mayoría cumple. Cumplimos. Un periodista holandés preguntó al ministro Illa.
"Estamos más en posición de dar lecciones que de recibirlas", dijo el ministro, que comprobó que las respuestas cortas y directas suelen ser las más efectivas.
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