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"Las personas de más de 70 tienen que tragarse cada día el redoblante fúnebre que les recuerda que son quienes tienen más riesgo de morir "

La periodista argentina Leila Guerriero / Cadena SER

La periodista argentina Leila Guerriero

Buenos Aires

Finalmente, un juez declaró que la medida era inconstitucional, pero durante tres días de la semana que pasó estuvo ahí: el gobierno de la ciudad de Buenos Aires decretó que, para salir a la calle, todo sujeto de más de 70 años debía gestionar un permiso a través de un operador telefónico que decidiría si lo dejaba salir, o no.

Un hombre que ahora tiene mas de setenta años me enseño todo lo que sé. Ese hombre dirige una empresa, vive solo, conduce camionetas y camiones, se entretiene resolviendo problemas de mecánica de fluidos, lee como un predador. Al gobierno de la ciudad de Buenos Aires le pareció una gran idea que gente de la edad de ese hombre, que es mi padre, pidiera permiso cada vez que quisiera salir a comprar zanahorias. Las personas de más de 70 tienen que tragarse cada día el redoblante fúnebre que les recuerda que son quienes tienen más riesgo de morir en la pandemia, pero al gobierno de la ciudad de Buenos Aires –igual que al de Emmanuel Macron, que también hizo el intento- le pareció que ese recordatorio lúgubre no resultaba un aleccionador lo suficientemente eficaz para estos imbéciles que no saben cuidarse. Para el gobierno de la ciudad mi padre no es el hombre que a los 17 años se fue a Brasil a buscar oro, ni el salvaje que enterraba libros prohibidos en el fondo de casa durante la última dictadura militar en mi país, ni el hombre que ahora mismo, cuando hablamos por teléfono, me saca, entera y limpia, del abismo en que a veces me hundo. Para el gobierno de la ciudad de Buenos Aires tener más de 70 años es ser idiota o estar enfermo o las dos cosas, y justificó la medida diciendo que “sólo queremos que nos den la oportunidad de cuidarlos”, disfrazando el autoritarismo de bondad y transformando a quienes fueron jóvenes en los revulsivos ´70 en sujetos seniles sin capacidad de discernir. La medida, como dije, se declaró inconstitucional. Pero durante algunos días estuvo ahí, como un síntoma que anuncia una metástasis. No hay motivos para pensar que, como dicen muchos, saldremos de esto siendo mejores. Porque ya estamos siendo bastante peores de lo que jamás hemos sido: ya se nos ocurrió que enjaular a los viejos por su propio bien podía ser una idea brillante.

 
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