Así se vive el confinamiento en un Parador de 72 hectáreas
Directores de Paradores de Turismo nos cuentan cómo viven el encierro desde estos lugares en los que los animales se empiezan a abrir paso
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Así se vive el confinamiento en un Parador de 72 hectáreas
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Madrid
Uno de los lugares que estos días tendrían que estar repletos por las vacaciones de Semana Santa son los Paradores. Los casi 100 que existen en toda España están vacíos, sin clientes ni personal, más allá de algunos de sus directores que está pasando ahí el confinamiento con sus familias.
Solos en medio de un parque natural, en castillos en los que se dice que hay un fantasma o en fortalezas frente al mar, conviviendo con animales que poco a poco se abren paso en ese entorno de película. Y es que muchos de los Paradores de Turismo de nuestro país son lugares que parecen sacados del cine y que nunca como hasta ahora se habían encontrado en esta situación.
Uno de ellos es el Parador de El Saler, en Valencia, desde el que se emitió La Ventana el pasado mes de septiembre. Situado en el Parque natural de la Albufera, es el más grande la compañía en terreno, ya que ocupa 72 hectáreas. Su director Francisco Contreras ha hablado con nosotros para contarnos cómo es vivir este confinamiento en un lugar como ese.
Lleva 39 años trabajando para Paradores, 27 de ellos como director. Durante este tiempo ha pasado por 17 en 10 Comunidades Autónomas diferentes. En todo este tiempo no ha visto nunca “nada que se compare a esto”, nos comenta.
Nos dice que sus días son muy agotadores, “el podómetro lo dice claramente”. Pasa el día haciendo rondas por las dependencias, y es que cuenta incluso con un campo de golf. Pero nos cuenta que durante estas semanas le han empezado a ocurrir cosas un poco ‘hitchconianas’.
Los animales empiezan a tomar las instalaciones
“Apareció un jabalí”, nos cuenta sorprendido, ya que no sabe cómo ha llegado hasta ahí, al encontrarse las instalaciones en una isla. “Tenemos overbooking de animales”, bromea, ya que hay más que nunca, desde zorros hasta jinetas, pasando por perdices, culebras o erizos. “Hay un estallido animal” nos dice.
La actividad en el Parador se ha parado completamente: “Ha habido que cancelarlo todo”, cuenta. Los clientes aplazan más que cancelan y esto lo hacen de manera escalonada a medida que se anuncian las prórrogas. Eso sí, los clientes son muy comprensivos y cuenta Francisco que se interesan por el y el personal en cada uno de los mails que le llegan.
“Trabajo más que antes. Hay menos personal y muchas cosas que hacer”, nos dice. Eso sí, desde hace unas semanas no pone el despertador, todo gracias a que las aves han tomado la zona como si de ‘Los pájaros’ de Hitchcock se tratase: “Me despierto todas las mañanas por el griterío de las aves”.
El primero de los Paradores al que Francisco fue enviado como director fue el de la isla de El Hierro, en Canarias, bañado por el Océano Atlántico. Su directora actual Marisa Darias ha hablado también con nosotros para contarnos cómo está siendo la actividad en este período excepcional: “Teníamos la Semana Santa completa y ha habido que cancelarlo todo”, nos dice a la vez que reconoce que los clientes han sido muy comprensivos.
Es natural de La Gomera y lleva dos años y media como directora del Parador de El Hierro. Se muestra aliviada porque de momento están todos bien de salud, pero a la vez lamenta que “hay mucha gente que lo está pasando mal”.
Hubo que regresar a casa a muchos clientes
“Estamos en un sitio único, pero se echa de menos la actividad”, nos dice. Y es que muchos de los clientes del Parador son clientes habituales y reconoce que el momento del cierre fue un momento “difícil y triste”. Tuvieron que buscar pasaje en barco y avión para muchos de los que se encontraban alojados en el Parador, algo que ya en ese momento no era sencillo. Cuando lo hubieron conseguido, volvieron a contactar con ellos para ver si habían llegado correctamente.
Lo más excepcionas que le ha pasado durante estos días fue el pasado domingo, cuando vio ballenas a pocos metros de las instalaciones. Primero las oyó y luego las vio. “Las escuché cerquísima”, nos dice, algo que no le había pasado nunca en el tiempo en el que lleva como directora del Parador.