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Tres estrenos de cine que desafían al coronavirus

'La canción de los nombres olvidados', 'Y llovieron pájaros' y 'First love' son algunas de las nuevas películas que llegan a salas con su aforo reducido a un tercio por la propagación del virus en España

El Cine en la SER: Tres estrenos de cine que desafían al coronavirus (13/03/2020)

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Madrid

Clive Owen y Tim Roth protagonizan La canción de los nombres olvidados, una historia de refugiados ambientada en la Segunda Guerra Mundial. El cine japonés apuesta por el thriller atmosférico en First Love, la historia de un boxeador metido en tratos con la yakuza, la mafia japonesa. La directora canadiense Louise Archambault aporta su mirada vitalista a la vejez en Y llovieron pájaros. En cine clásico, hablamos de John Ford porque se cumple el 80 aniversario de Las uvas de la ira, todo un clásico. Y en televisión volvemos al instituto más pijo de todo Netflix: vuelve la tercera temporada de Élite, la serie de Carlos Montero y Darío Madrona.

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La canción de los nombres olvidados (François Girard)

La canción de la nombres olvidados cuenta una historia sobre la importancia de recordar a todos aquellos que fueron víctimas del odio y de la guerra. La película está basada en la novela del crítico musical Norman Lebrecht y cuenta la historia de un joven violinista, Dovild, que desparece misteriosamente la noche en la que va a ofrecer su esperado primer concierto. A partir de ese momento, conocemos su historia, la de un niño prodigio, un chico polaco de religión judía que llega a Londres poco antes de la II Guerra Mundial y que se queda en la capital británica para pulir su enorme talento.

Comienza así la amistad entre dos chavales, Dovild y Martin, que se crian como si fueran hermanos. Más de 30 años de la misteriosa desaparición del primero, Martin encuentra una pista para dar con su paradero.

El director canadiense François Girard ya había realizado películas donde la música tiene gran importancia, como El violín rojo o Sinfonía en soledad, un retrato de Glenn Gould. Además también ha dirigido representaciones de ópera y espectáculos del circo del Sol, por tanto era un director ideal para este filme, donde la música del violín es un vehículo para narrar la historia de dos hermanos con distintas sensibilidad y tradiciones y con el trasfondo del Holocausto y la memoria de los desaparecidos.

Tim Roth y Clive Owen protagonizan esta cinta, ellos son Martin y Dovild respectivamente de adultos, pero la película nos lleva a la vida de los personajes desde la niñez a la adolescencia y hasta la primera juventud. La canción de los nombres olvidados nos habla también de la religión, del peso de la tradición, del legado de nuestros antepasados, algo de lo que no podemos escapar aunque queramos.

La película clausuró la pasada edición del Festival de San Sebastián. El título de la película y del libro hacen referencia a un ritual musical judío en el que se recuerda a todas aquellas personas que fueron asesinadas en el campo de extermino de Treblinka por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Porque la música es la línea más director que une recuerdo y dolor y refleja, sin utilizar palabras, toda la emoción que se siente por aquellos que queremos conservar en nuestra memoria.

First Love (Takashi Miike)

First Love está llena de subtramas que se acumulan y se suceden y es el espectador quien va ordenándolas mientras avanza la acción. Una acción que nos mete de lleno en el Japón más oscuro, el de la yakuza y los personajes al borde del abismo, imposibles de ascender socialmente, anclados a los bajos fondos. Un joven boxeador en horas bajas por un problema físico acaba arrastrado por los tiras y a floja de la mafia al enamorarse de una prostituta que salda con su cuerpo la deuda de su padre con unos narcos.

La violencia está presente en todo el cine del director Takashi Miike y en esta última película del realizador todo explota, de manera seca a veces, o de forma elaborada otras. Hay explosiones, incendios provocados y puñetazos secos en medio de la calle.

El director japonés se crió en el peligroso distrito de Kawachi, donde los chavales robaban mientras consumían el cine de Bruce Lee. De ahí que su género esté lleno de todo un poco: acción, yakuzas, el drama experimental , el drama realista, la sátira social, el musical y, muy especialmente, el terror. Y también el anime. “Mi generación ha crecido con el anime, lo que nos ha influido al hacer nuestras películas, nos acercamos a este mundo de una forma un tanto inconsciente, pero cuidando que no sea forzado, que salga de forma natural”, confiesa.

Son personajes reales, pero que parecen sacados de una comedia o de un cómic. La influencia del anime en el director es clara, él mismo lo reconoce sin tapujos, y de hecho termina una de las escenas pasándola a animación: cuando los protagonistas escapan en coche de un garaje.

Aunque parece que las drogas son el motor de toda la acción, y mientras pasan de mano en mano, el director hace que el espectador se centre en la historia de amor de este joven y la prostituta. Mafia, humor negro, violencia, ironía de autor y una estética salvaje que hacen que el cine de Takasi Miike parezca visto siempre por primera vez.

Y llovieron pájaros (Louise Archambault)

Basada en la novela homónima de Joceyline Saucier, la directora Louise Archambault se adentra en un espacio poco explorado en el cine: mirar con empatía, sensibilidad y vitalidad a la vejez. Con una narración sencilla, un tempo contemplativo, la canadiense cuenta la historia de tres ermitaños, tres octogenarios que han elegido vivir apartados del mundo. Un exilio voluntario que se ve trastocado por la aparición de una fotógrafa en busca de respuestas sobre el pasado.

Sin estridencias ni sucesos o aventuras, el relato abre nuevas vías reflexivas, también por la llegada de otra anciana, anulada y desconectada del mundo durante años en un psiquiátrico. “El tema principal de la película es el amor y la libertad. Luego hay diferentes microtemas que aborda cada personaje, pero quería mostrar la esperanza. Pase lo que pase en la vida, y hablemos de jóvenes o de mayores, todo esto no es cuestión de edad. Lo importante es abordar cómo utilizamos las posibilidades que tenemos en la vida, con lo que somos y los encuentros que vamos trabando en la vida”, explica la directora.

El amor, el deseo, la memoria, el recuerdo recorren a estos personajes, a los que la cámara mira con delicadeza - las arrugas del paso del tiempo o los cuerpos fatigados - pero sin caer en la compasión. Presentada en sección oficial en el pasado festival de San Sebastián, es la tercera cinta de Archambault tras Familia y Gabrielle, películas con las que, dice, busca historias en los márgenes y de personajes singulares para explorar la complejidad del ser humano.

“Yo tiendo a elegir temas no difícil, pero al menos, personajes atípicos, que estén al margen. Al final todos somos parecidos pero también diferentes, así que se trata de dar voz a quienes menos voz tienen. Espero que nos podamos identificar con esta idea y abrir puertas, se trata de tender nuestra mano a los demás, al otro, ese otro con mayúsculas, sin importar el pasado, el físico, la religión, y ser capaz de decir, estoy aquí y te escucho. Qué es el ser humano, esa es la gran cuestión”, defendía en rueda de prensa.

Hay belleza también en la mirada bucólica a los bosques de Canadá, donde los protagonistas entablan una comunión con la naturaleza, con el entorno, el mismo que ha castigado su pasado pero al que se agarran para redescubrirse a sí mismos. Una película bella, profunda y tierna que celebra la vida y la libertad más allá de la edad.

 
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