Valle-Inclán, un autor genial
Esta semana en 'Un libro una hora' repasamos 'Sonata de Otoño' de Ramón del Valle-Inclán
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Ramón del Valle-Inclán nació en Villanueva de Arosa, provincia de Pontevedra, en 1866, y murió en Santiago de Compostela, en 1936. Setenta años de vida fructífera, dedicada con exclusivo empeño a la literatura. Como ha dicho Pere Gimferrer, constituye, al menos en España, "el gozne en el que se produce el quiebro o cambio de óptica que separa a la narrativa clásica —cuyos últimos representantes son Galdós y Clarín— de la narrativa contemporánea".
Divertido, canalla, inteligente, brillante. Sus anécdotas con Echagaray y sus mentiras son legendarias. Pero sobre todo fue un autor genial, adelantado a su tiempo.
Las Sonatas de Valle-Inclán
Como señala Alonso Zamora Vicente en la edición de Debolsillo, El Imparcial, periódico dirigido por Ortega Munilla, publicaba un suplemento literario que alcanzó notorio prestigio: Los Lunes de El Imparcial. En estas páginas, Ramón del Valle-Inclán aparece con frecuencia. También en esas páginas se asomó al mundo el Marqués de Bradomín.
Allí salió por vez primera la que, en 1902, sería 'Sonata de Otoño'. A este libro suceden las demás Sonatas: en 1903, Estío; en 1904, Primavera; y en 1905, Invierno.
Las cuatro constituyen un "fragmento" de las 'Memorias amables' del Marqués de Bradomín, una correspondencia entre la estación del año y los ciclos vitales de un personaje único. La juventud audaz, provocativa, se equipara a la primavera; la madurez, al estío; el otoño nos evoca la nostalgia, la tristeza comprensiva; y, finalmente, el invierno nos acosa con la presencia de la caducidad, la ruina insoslayable, la muerte próxima.
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El propio Valle-Inclán explica: "Estas páginas son un fragmento de las 'Memorias amables' que ya muy viejo empezó a escribir en la emigración el Marqués de Bradomín. Un Don Juan admirable. ¡El más admirable tal vez! Era feo, católico y sentimental".
No podemos imaginar la conmoción, la zozobra que el lector de 1902 debió de sentir al tener en sus manos las memorias del Marqués de Bradomín. Un escalofrío de escándalo, a la vez que una hoguera de luces, resonancias, perfumes, estratos superiores de vida. Escándalo por lo que se contaba y deslumbramiento por la lengua empleada.
Una obra canalla, llena de sexualidad y de humor
La 'Sonata de Otoño' es una obra canalla, llena de sexualidad, de pasión, de amor, de humor, a veces salvaje, y de sorpresas. No les vamos a adelantar la escena con la prima Isabel, pero supera a muchas de las escenas más canallas de cualquier modernidad actual. Y lo que está claro es que es pura literatura.