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La pobreza tras la explotación del cacao

Los productores de cacao reciben entre un 3% y un 7% del precio de venta del chocolate, lo que les deja en una situación de pobreza que desencadena en un aumento del trabajo infantil y la deforestación en sus países

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Europa es el mayor consumidor de cacao, un producto que procede mayoritariamente de África occidental, en especial Costa de Marfil y Ghana, que entre los dos producen más del 60%. Cerca de 6 millones de personas en el mundo viven directamente del cultivo del cacao, la mayoría produciendo en pequeñas fincas, pero muchos más viven de la economía que se genera alrededor.

Hay 50 millones de personas que viven del procesamiento del cacao desde que se cultiva hasta que llega al consumidor. Sin embargo, un informe de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo constata que quienes cultivan cacao siguen viviendo en la pobreza, mientras que el mercado global del chocolate, estimado en unos 103.000 millones de dólares, crece a un ritmo del 7% anual.

Marta Guijarro, de comercio Justo, explica que la propiedad de las tierras de cultivo muchas veces está en manos de las propias familias, pero “quienes tienen el poder para decidir qué precios se les paga a esas familias son los intermediarios”, sobre todo los internacionales que imponen sus precios, condiciones y plazos. Un problema similar al que sufren ahora los agricultores en Europa, aunque en un contexto diferente, subraya.

En Costa de Marfil, principal país productor de cacao, las familias que lo cultivan cobran ingresos que no llegan al 37% de la renta mínima de subsistencia. Los productores de cacao reciben entre un 3% y un 7% del precio de venta de una barra de chocolate, según datos del informe. Estos ingresos contrastan con las ganancias de los fabricantes de chocolate, que reciben cerca del 40% del precio final de una tableta, y los distribuidores, que reciben el 35%.

“La industria ha ido ganando poder de negociación frente a los agricultores”, denuncia Guijarro, porque en los años 70 éstos recibían el 50% de las ganancias. Y ahora los agricultores y sus familias “no tienen dinero casi para pagar sus necesidades básicas”, explica la portavoz.

Pobreza y trabajo infantil

Otra de las preocupaciones de la organización es el trabajo infantil que genera la explotación de cacao en estos países y que está también asociado a la pobreza del sector. En 2015, 1,2 millones de menores en Costa de Marfil y 0,9 millones en Ghana trabajaban en el cacao, de los cuales entre el 80 y el 90% se ocupaban de tareas peligrosas como soportar cargas pesadas, manipular productos químicos o trabajar con machetes.

“Las familias se ven obligadas a que los niños y niñas trabajen en el campo de sacar adelante el cultivo de la familia”, explica Guijarro. “También entre otras cosas porque muchas veces no tienen el dinero suficiente para enviar a los niños a la escuela”. Comercio Junto denuncia que en 2018 “no hay ninguna empresa gran fabricante de chocolate que esté cerca de acabar con el trabajo infantil, que es el objetivo que se había marcado en 2015, pero ni siquiera están cerca de haberlos reducido en un 70%.

El cacao dispara la deforestación

Un tercer problema asociado a la producción del cacao y a la pobreza del sector es la deforestación de los campos. Guijarro asegura que “al no tener ingresos suficientes, no tienen dinero para desarrollar prácticas sostenibles en sus fincas, cambiar los árboles que se han quedado envejecidos o enfermos y sacar más rendimiento y una mayor fertilidad más sostenible a sus tierras”.

Se calcula que la extensión cultivada en Costa de Marfil y Ghana se ha extendido en un 150% en estos últimos años y, por tanto, la deforestación, porque el cacao necesita eliminar el bosque para poder plantar. De hecho, el cultivo del cacao es una de las mayores causas de deforestación en África occidental porque en lugar de mejorar las tierras de cultivo, trasladan su producción a otras tierras extendiendo la superficie de cultivo.

Se han lanzado algunas iniciativas para poner freno a los problemas asociados a la explotación del cacao como la de exigir que el cacao venga certificado. Sin embargo, estas medidas no han funcionado, justifica Guijarro, porque hacen falta “desarrollar distintas medidas simultáneamente”.

Desde Comercio Justo proponen medidas dirigidas a la Unión Europea: “cambios normativos que hagan tengamos la responsabilidad sobre la plantación de cacao” para que se hagan responsables de toda la cadena de fabricación de cacao para que todas las tareas sean justas y sostenibles.

 
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