El campo está indignado, con razón

Barcelona

Un verano recorrido a España seca, un otoño recorrido a España castigada por la lluvia. En Olivar De la Frontera, el año de la sequía construían una piscina. En Carcagente, el año de las lluvias el alcalde prohibió jugar en las máquinas tragaperras. El duro mundo rural lo reflejaban dos niños de Torremocha, pueblo de Cáceres. Cuentan nuestros padres que primero vivimos bajo la amenaza de los lobos que diezmaban el ganado, luego llegó la explotación de un terrateniente y ahora que tenían su trozo de tierra y un poco de ganado, no podemos sobrevivir, unos años por falta de lluvia y otros por exceso. Hoy añadiría la presión de multinacionales intermediarios. El campo está indignado, con razón.