(Re)Construyendo Memoria(s): La búsqueda de Zufre
El Ayuntamiento de Zufre le encargó a la antropóloga Raquel Almodóvar investigar lo sucedido en este pueblo de Huelva el 4 de noviembre de 1937.
En esa fecha, 21 vecinos de esta localidad fueron asesinados en Higuera de la Sierra, un pueblo a solo 12 km de distancia
Zufre
Un bombardeo desboca la mañana. A nadie sorprende, una parte del vecindario de El Garrobo (Sevilla) lleva algunos días refugiado en Zufre (Huelva). El centenar de refugiados se agolpa en las inmediaciones del Ayuntamiento. La asistencia corre a cargo del vecindario. Los relatos orales estremecen: la violencia devora los pueblos. No hay piedad en la retaguardia.
Al día siguiente se escribe la (a)historia: <veni, vidi, vici>, le siguió un profundo <alea jacta est>. La ignominia se apodera de Zufre. El vecindario es obligado a expiar sus pecados. ¿Qué resulta imperdonable? La defensa de los derechos civiles, sociales y económicos; <lo nuestro>… Colectivizaron el trabajo, que no las propiedades. Así, la autogestión vecinal fue elevada a crimen de guerra.
II Año de Barbarie. Una fría mañana de jueves, el primero de noviembre. La cárcel es vaciada con mentiras y un operativo militar. Un viaje al infierno. El terror resulta implacable para veintiuna personas, dieciséis mujeres y cinco hombres del vecindario de Zufre, fusiladas el 4 de noviembre de 1937.
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¿Después de la matanza? Cuarenta y siete supervivientes, la mayoría recorrió durante años cárceles y campos de concentración convertidos en mano de obra esclava; Sesenta y ocho familias marcadas por el abismo y, veintiún descendientes que todavía hoy reclaman incesantes verdad, justicia y reparación.
Durante dos años de investigación recorrí archivos, consulté la prensa de la época y revisé lo escrito sobre la represión franquista en la zona. Cuando concluyó la fase de documentación creía, ingenua, que sabía bastante del tema. ¡Pura entelequia! Solo el encuentro con el vecindario de la comarca me acercó a universos sustantivos que profundizaban y trascendían la primera capa de realidad.
Sin la fuerza de la memoria(s) de aquellos y aquellas que descienden de la ignominia, nuestro trabajo de investigación no sería posible. Sin vuestras manos, nuestro trabajo estaría incompleto. Sin vuestras voces, nuestro trabajo estaría sordo.