El reloj, el último gran dictador
Juan Tallón reflexiona desde su particular punto de vista sobre la cancelación del Mobile World Congress y el uso del reloj
Nuestro gran enemigo el reloj
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Galicia
La cancelación del Mobile es una mala noticia, pero nos reconcilia con una pregunta filosófica: ¿hay que hacer planes en la vida para que luego se frustren? Mucha gente no sabe vivir sin prever lo que va a ser de ella en las próximas semanas, meses o incluso años. Los que improvisan, en cambio, no tienen a qué agarrarse. La desesperación los hace salir adelante. "No hay como estar desesperado —decía Qunicy Jones— y tener que comer ratas en el desayuno. No tardas en encontrar otra cosa para la cena".
Tengo un amigo que nunca usa reloj, por ejemplo. Tampoco tiene un calendario en la mesa. Cuando le preguntas por qué, responde que el reloj te recuerda sin parar que tienes planes y que tienes que cumplirlos. "Es el último gran dictador", dice. Todas las horas que acumula desde que lo compras te recuerdan que eres un mequetrefe a merced de la prisa.
El reloj sabe cómo ingeniárselas para que pienses en él continuamente. A veces hasta extremos absurdos. Como el día que Tristam Shandy fue engendrado: sus padres hacían el amor cuando la madre, de pronto, se distrajo un momento del sexo para preguntar al marido si había dado cuerda al reloj por miedo a que sus planes acabasen no ocurriendo a su hora.