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Román Gubern, un 'laico sospechoso' en El Vaticano

El historiador Roman Gubern publica sus memorias como miembro de la comisión fílmica de El Vaticano donde se eligieron aquellas películas que debían salvaguardarse por su moral, entre ellas las de un comunista, Pasollini, y un ateo, Buñuel

Román Gubern, un 'laico sospechoso' en El Vaticano

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Madrid

Román Gubern es la máxima autoridad en historia del cine en nuestro país. Investigador invitado en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), profesor de Historia del Cine en el California Institute of Technology y la Universidad Autónoma de Barcelona hasta su jubilación. Ahora conocemos los detalles de su trabajo para el Vaticano, en el año 1995, cuando era director del Instituto Cervantes en roma.

Era el año del centenario del cine, recibió una invitación de la Santa Sede para formar parte de la comisión pontificia de expertos, que elaboró una lista de las mejores películas de la historia, con motivo de la celebración del centenario del cine. En esa comisión era "un laico sospechoso", como él mismo se define. 

¿Cómo entra un estudioso del cine en el Vaticano?

Fui requerido por ellos. Yo había conocido al director de la Filmoteca Vaticana, que era un cura catalán, y con motivo del centenario del cine, me requerían como experto. La razón es la siguiente: mi Historia del Cine había sido traducida al italiano en el año 72 y era un libro de referencia en Italia. A mí me sorprendió mucho porque era un mundo que me era muy ajeno, pero fue una aventura muy interesante que relato en este libro. Explico sobre todo que mi actuación fue un poco como La corte del Rey Arturo de Mark Twain. Entrar en un mundo que no conoces, que te desconcierta, que no entiendes muy bien y ese es el laberinto kafkiano de mi libro.

El objeto de su estancia allí era elaborar una lista de películas, con motivo del centenario del cine, y acabaron metiendo en ella a un director ateo, como Buñuel, y a un comunista y homosexual, como Pasolini...

Ellos también querían meter a Nazarín, una película que se pasó en Cannes. Entonces la oficina católica del cine se interesó, pero Buñuel declaró en el periódico francés Le Monde: "Sigo siendo ateo, gracias a Dios", frase paradójica, como muchas suyas. Y Pasolini también fue elegido por los curas, no solo por mí. Eligieron El evangelio según San Mateo y Nazarín para meter en esa lista, y con razón.

¿Qué supone para un 'laico sospechoso', como usted se define, entrar en el Vaticano?

Es un mundo que no se puede describir con palabras. Es un mundo majestuoso, litúrgico, ritual, con muchos recovecos, muchas esquinas, muchos misterios, muchos archivos seculares, muchos mitos, muchas leyendas. Para mí fue muy impresionante. El día en que el guardia suizo me dijo "doctor Gubern, avanti", dije esto de entrar en el Vaticano no le pasa a todo el mundo.

¿Qué hay de la leyenda que dice que el Vaticano esconde muchas películas prohibidas?

La verdad es que yo no accedí a los fondos de la filmoteca. Hay mucha leyenda sobre los archivos, mucha mitología. Los archivos son depósitos de la memoria y ahí se guarda todo. Se guarda lo bueno y lo malo de la memoria humana y supongo que ahí están esos archivos. Digo supongo porque yo nunca accedí a ellos. La comisión en la que estaba se encargaba de otra cosa. Tampoco lo solicité, porque en esa comisión discutíamos de temas teóricos, como los santos patronos y con eso me distraje mucho.

También es usted responsable de que el cine no tenga un santo en el santoral...

Fue una gran indiscreción involuntaria. No lo hice con idea de hacer daño al Vaticano. Me hicieron una entrevista y contesté y cuando llegué a Roma, me di cuenta de que había metido la pata hasta la ingle, porque esa noticia se había publicado en toda la prensa europea, que el Vaticano estaba buscando un santo patrono para el cine y por mi culpa no existe, lo que es muy grave.

¿Qué tiene la Iglesia de cinematográfico?

Mucho. Últimamente hay varias películas sobre los papas, Los dos Papas de Meirelles y la serie de Sorrentino. El papado es una liturgia, muy solemne, es un rito, un espectáculo solemne y audiovisual y olfativo, porque está el incienso que es un elemento muy importante. El Vaticano crea atmósferas solemnes que emocionan a la gente. La política de San Pedro es todo espectáculo. El Papa Julio II le dijo a Miguel Ángel: "Yo solo soy un Papa, tú eres un artista". Caramba con la frase, no seré yo quién la desmienta. Por tanto, el Vaticano es un gran espectáculo. Y también ahí el escándalo de después. No ha habido un Papa de fuera de Europa hasta Francisco. Y ahora hay muchos problemas con los dos Papas, con el tema de los curas casados, con el tema de los abusos... Hay muchos debates de fondo.

¿Cómo ve el cine actual, uno de los historiadores más importantes el cine en nuestro país?

Hoy en día el cine tiene una familia que es lo audiovisual y ese audiovisual tiene muchos hijos y muchas ramas. El audiovisual, que hace años era solo la pantalla de cine, hoy tiene muchas pantallas. Que El irlandés se estrene en cines para poder ir a los Oscar y luego esté en Netflix es una especie de novedad anómala, porque tiene dos padres o dos madres o dos canales distintos que no son coincidentes. Hoy en día hemos pasado de la cultura analógica a la digital. Véase 1917 de Sam Mendes con ese plano secuencia. Una película que merece verla en pantalla por ese virtuosismo técnico de ese plano secuencia digital. Pero es más interesante lo que ocurre con El Irlandés, una película que nace en la televisión, va a la gran pantalla y vuelve a la televisión. Imagen de ida y vuelta y eso está cambiando los hábitos de consumo enormemente. Juego de Tronos fue el espectáculo audiovisual más visto en el mundo en ese momento. Eso no ocurría antes. Había películas que veía mucha gente, como Lo que el viento se llevó, pero se ha quedado minúsculo al lado del fenómeno actual. Tarantino reflexiona sobre estos temas en su película, Érase una vez en Hollywood, una película muy interesante.

¿Cómo ve los Goya? ¿Tiene favorita?

Hombre, a mí la película de Pedro me parece muy importante. Es un autor serio, es una película de autor reflexiva. El cine de Pedro es muy bueno, pero no tenía esa reflexión y Dolor y gloria la incluye, ha dado un salto cualitativo. Pero no es la única; a mí me gusta mucho la película de Amenábar sobre Unamuno.

¿Cómo está entonces el cine español?

El cine español es un cine potente y europeo. Hay que tener en cuenta que en Europa solo hay cuatro potencias de cine: Francia, Italia, España y Alemania. Inglaterra no cuenta, se ha ido ya o se va. España es una potencia, pesa mucho porque ni Grecia, ni Rumanía, ni Polonia son tan relevantes en el cine europeo. Estar entre las cuatro potencias es muy importante y el cine español está siendo admirado en todo el mundo. Eso antes era distinto. Yo estuve en California y el director conocido era Saura, Cría Cuervos arrasó allí y sigue siendo un pionero, es un gran amigo. Pero ahora creo que el cine español está muy diversificado, en muchos géneros. El otro día vi la película valenciana La inocencia y me pareció muy interesante. Por tanto, hay una diversificación de tendencias, de corrientes y esto mide la salud estética y artística del cine, su variedad y su diversidad. Y el cine español es diverso.

 
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