Cuando los traidores son la mayoría
Las derechas primero definen a los españoles de verdad, ellos, y luego los llaman a una cruzada patriótica contra los malos españoles, que son todos los demás
Madrid
El Gobierno que, si no salta una sorpresa, va a nacer hoy, será no solo el el primer gobierno de coalición de nuestra democracia si no que además asociará a un partido socialista con otro a su izquierda. Solo tiene dos precedentes en Europa; Portugal en el 74 tras la Revolución de los Claveles y Francia en el 81 con Mitterrand. Ambos, muy radicales, acabaron pronto y mal.
Cuando los traidores son la mayoría
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El Gobierno de Pedro Sánchez nace lastrado por el peso de esta historia poco esperanzadora más el añadido de sus innumerables contradicciones internas que sus rivales no cesan de recordar, y asomado a todos los precipicios en su arriesgadísima apuesta de negociación, en el filo de la legalidad, con el independentismo catalán. Es lógico que le acompañe desconfianzas y recelos.
Sin embargo, la furiosa hostilidad de la derecha, que presagia tiempos más que borrascosos y peligrosos, obliga a recordar algunas cosas.
- El Gobierno de Sánchez responde a la mayoría del Parlamento español, que está conformado por la voluntad de los ciudadanos en las urnas. Todos los partidos representados en el Parlamento, los que nos gustan y los que nos disgustan, están amparados por la Constitución. Todos están dentro de la ley, con voz y con voto.
- Todas las propuestas programáticas de este Gobierno están sin excepción dentro del marco europeo. Las políticas progresistas no son una herejía; las económicas, tampoco. Que vayan a funcionar bien o mal es otra cosa, pero no olvidemos que la mayor catástrofe que hemos padecido, el crack del 2008 la produjo el casino de las políticas neoliberales. me parece muy cínico anunciar la catástrofe cuando se intentan paliar algunos de sus estragos más sangrantes.
- La situación creada en Cataluña no tiene arreglo sencillo. Es más, ahora mismo no tiene arreglo. Esté quien esté en la Moncloa. Abominar de la negociación es muy barato pero nadie ha explicado qué otra cosa cabe hacer si se sueña con reconducir el problema. Los fanfarroneos y el machotismo no sirven para nada.
El drama de fondo es que no hay más camino que el diálogo y sin embargo, a día de hoy, no puede conducir a ningún acuerdo de calado. Mucho me temo que no va a tardar demasiado tiempo en quedar en evidencia esta impotencia.
Así todo, con el mayor de los escepticismos, hay que dar un primer paso hacia el encuentro en la esperanza de que el camino, muy largo, vaya descubriendo posibilidades que hoy no se ven.
En resumen, un gobierno que va a sufrir lo indecible para durar, amenazado por sus dificilísimos equilibrios internos y por la furia de las derechas, unas derechas que primero definen a los españoles de verdad, ellos, y luego los llaman a una cruzada patriótica contra los malos españoles, que son todos los demás. Fíjese que cosas, los traidores son la mayoría.