Hubieran bastado 24 horas
El lanzamiento a toda prisa de la aparatosa noticia del gobierno en coalición ha hecho que no prestemos la debida atención al viaje del rey a Cuba
Madrid
Lo que hoy les planteo puede parecer a muchos una minucia, pero creo que tiene importancia. Nuestra vida pública se ha empobrecido de tal manera que se ha perdido la conciencia de lo institucional. Hay una cierta vocación iconoclasta en nuestra sociedad que considera hojarasca lo que, sin embargo, constituye la columna vertebral de nuestra democracia. Es cierto que las instituciones se han cuidado muy poco de su propia respetabilidad, pero deberían hacerlo porque un país es una hoja a merced del viento si no se afirma en dicho tronco, el de sus instituciones.
Digo esto porque no entiendo la naturalidad con la que hemos pasado de largo por el acontecimiento que significa la visita del rey a Cuba. Una visita histórica, tan cargada de peso simbólico como de contenido práctico, y con la que se ponía en su sitio una relación que no ha parado de dar bandazos y en la cual, en muchos momentos, hemos hecho el ridículo. Entiendo menos que haya sido el propio gobierno en funciones el que desplazara la noticia en su primera jornada a los rincones informativos con el lanzamiento a toda prisa de la aparatosa noticia del gobierno en coalición. No estoy estableciendo comparaciones entre las dos noticias, me limito a recordar que los usos y costumbres en la materia, en todo el mundo y en el nuestro también durante bastante tiempo, consiste en respetar los protagonismos sin pisarse y no por simple cortesía, sino por conciencia institucional.
Por supuesto, no hablo de monarquía o república, no está ahí el tema. Hablo de jefatura del Estado. Sánchez e Iglesias, precisamente por sus reticencias que su coalición despierta en muchos sectores del país, deberían ser los más interesados en exhibir la sensibilidad más escrupulosa en estas cuestiones de Estado. En este caso, les hubiera bastado con esperar 24 horas.