Plasma sin plasma
Instalada en la contradicción permanente, la política avanza hacia el desbloqueo tras el pacto del PSOE y Podemos mientras los partidos se lanzan las hemerotecas unos a otros
Madrid
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han dejado de referirse el uno al otro como el señor Sánchez y el señor Iglesias. Ahora, por el desbloqueo, se llaman en público Pedro y Pablo, según vimos ayer antes de que se escaparan de los periodistas. Rajoy al menos se escapaba diciendo cosas. Decía buenos días, llueve mucho, estoy cansado o la segunda ya tal.
Sánchez e Iglesias, Pedro y Pablo, sonreían a la prensa como sonríes al vendedor antes de cerrarle la puerta. Fue un plasma sin plasma. No sabremos nunca si huían de nuestras preguntas o de sus contradicciones, que es la palabra del momento.
El día después de que se retirase el político con quien Sánchez firmó su primer pacto del abrazo, se abrazó con quien no había querido abrazar en este tiempo, el hombre que no le dejaba dormir y ahora le guarda el sueño. España ya es una espiral de contradicción y algún líder hay que se queja de que nos quejemos tanto: que no se puede querer un pacto y criticarlo cuando se tiene.
Ha hecho falta la repetición electoral, el juego de encuestas y la crecida de Vox que ahora, en cambio, puede precipitar acuerdos. Esto dijo Gabriel Rufián el domingo, cuando le preguntabas si votaría, como Vox, contra una investidura de Sánchez.
Todos los que criticaron a Sánchez y dijeron lo de la banda, el felón y aquellas cosas -aquí hemeroteca tiene todo el mundo- lamentaron ayer que Sánchez se alíe con Unidas Podemos. Corrieron al tuiter, donde el PP ataca al PSOE con frases de Sánchez y el PSOE responde con frases de Casado. Tendría que ser al revés, pero qué importan esos detalles.
El PP se queja de que no les llamara el presidente cuya dimisión exigen; Arrimadas le pide acuerdos a aquel con el que dice que no se puede ir ni a la vuelta de la esquina. No hay manera de entender nada y, a la vez, se va entendiendo todo claramente.