La gran incógnita
Nunca, en democracia, la extrema derecha ha tenido tantas expectativas de crecer en España. Cada voto puede frenar la vocación de los ultras de llevarnos al abismo
Madrid
Ya está, se acabó. En dos horas diremos adiós a la campaña y el domingo, a votar. El cansancio y el hartazgo, del que tanto habíamos hablado en las semanas previas, ha dado paso a la tensión política de saber que nunca como ahora, en democracia, la extrema derecha ha tenido tantas expectativas de crecer en España. La campaña, que se preveía corta y rutinaria, se ha visto atravesada por los gravísimos incidentes de Cataluña y por las promesas de romper el orden constitucional que han llegado a los electores desde las dos caras de un ultranacionalismo que se retroalimenta: el catalán de Torra y los suyos, y el español de Abascal y su tropa.
El domingo se vota y cada voto, sumado de uno en uno, puede frenar a los ultras y su vocación de llevarnos al abismo. La gran incógnita es saber si el resto de los partidos ha aprendido la lección y el lunes, se aplicarán a pactar para sacar a España de la parálisis y del peligro de ese abismo.