Mientras vuele el helicóptero
La exhumación de Franco, en el momento que se produce, supone un acto de reparación con el pasado pero, a la vez, una advertencia sobre el presente inmediato, capaz de apelar, desde lo alto, a las entrañas de un país
Una agente de la Guardia Civil cierra la puerta de entrada al Valle de los Caídos. La basílica se cierra horas después del anuncio por parte del Gobierno de que los restos del dictador Francisco Franco saldrán del Valle de los Caídos antes del 25 de octub / Ricardo Rubio - Europa Press (EUROPA PRESS)
Madrid
Han venido del extranjero reporteros para contar la exhumación, que resonará en otros países lo mismo que, cuando se produzca, removerá los miles de fosas que están por desenterrar. De esos contrastes se hace España: antes de que le alcance la primera cámara de televisión, habrán portado a Franco ante los osarios de 30.000 víctimas cuyos restos amontonaron en El Valle de los Caídos. Lo que suceda esta mañana llegará tanto fuera como a las entrañas mismas del país.
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Cuando eche a volar el 'Superpuma' y Franco planee literalmente sobre la campaña electoral, encontrarán en los kioskos encuestas que sostienen que la extrema derecha tiene opciones de ser la tercera fuerza. A Franco lo sacan cuando las crónicas advierten del auge de la extrema derecha, socio de varios gobiernos autonómicos, que logra escaño en Portugal, convoca actos de masas en Italia y se extiende de Alemania a Polonia.
Mientras vuele el helicóptero y vayan a bordo el cuerpo, el nieto y la ministra de justicia, se preparará la despedida de Santos Juliá, cuyo último libro tituló, al hilo del estado de la democracia, 'Demasiados retrocesos'. Para entonces, se habrá puesto ya a la venta el último libro de Paul Preston, que llega hoy a las librerías y en el que se lee esto: “España todavía padece algunas de las divisiones vigentes en 1936”. Todo eso pasará, mientras vuele el helicóptero.
Mientras vuele el helicóptero
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Serán pocos minutos de vuelo, pocos minutos que han durado 40 años. Por eso en ese vuelo corto caben tantas señales de aviso. Se produce en un momento -más allá de la campaña- en que la exhumación supone un acto de reparación con el pasado y, a la vez, una advertencia sobre el presente inmediato, capaz de apelar, desde lo alto, a las entrañas de un país.
