Quim Torra, el pirómano jefe

Madrid

Cuando se arenga a la gente para que se eche a la calle, se corre el riesgo de que los violentos también se echen a la calle. Cuando se crea una asociación anónima que organiza a los manifestantes se corre el riesgo de que los violentos se escuden tras ese anonimato. Cuando se anima a tomar las calles y se pide a la policía que reprima a los que toman las calles pasa lo que ha pasado en Barcelona en las últimas 24 horas. 

Los propios dirigentes independentistas han dinamitado el mantra de "som gent de pau", somos gente de paz, con su estrategia de la desobediencia civil. Cuando no se aclara el significado de las palabras estas toman cuerpo y la desobediencia se convierte en violencia. Y cuando no se exige explícitamente a los violentos que abandonen se les entrega el control de la calle.

Las imágenes de ayer en Barcelona no solo debilitan al movimiento independentista sino que dañan extraordinariamente la ciudad y su proyección internacional. Aunque nada de esto parece importar al responsable de todo esto, Quim Torra, el pirómano jefe.