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Un mal día lo tiene cualquiera

No todos los galos son irreductibles

El 3 de octubre del año 52 antes de Cristo, el caudillo galo Vercingétorix se rindió ante Julio César

No todos los galos son irreductibles

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Yo tengo la idea que la mayoría de la gente que estudió la carrera de Historia lo hizo inspirada por los cómics de Astérix. Es más, nuestra imagen de Julio César y Cleopatra quedó para siempre asociada a la que les dieron Goscinny y Uderzo.

Hoy vamos a recordar a otro personaje histórico cuyo recuerdo quedó para siempre relacionado con los irreductibles galos. Porque hoy vamos a recordar a un galo al que le hubiera venido muy bien caer en una marmita de poción mágica cuando era pequeño. Estoy hablando de Vercingétorix, el caudillo galo que el 3 de octubre del año 52 antes de Cristo decidió que ya no podía resistir más y se rindió ante Julio César.

Inicialmente, el general romano había usado en las Galias una estrategia que era muy de su gusto: la de dividir a los enemigos para así vencerlos. Pero Vercingétorix, cuyo nombre significa “gran rey guerrero”, decidió que mejor sería entrar en la historia como eso, como un gran rey guerrero.

Su estrategia inicial fue aplicar una táctica muy moderna: la de tierra quemada. Si dejaba a César y sus miles de legionarios sin provisiones, conseguiría que se largaran de vuelta a su país… o que se levantasen contra su general. Pero claro, Vercingétorix seguramente no tuvo en cuenta la inteligencia estratégica de su rival.

El galo se hizo fuerte en la ciudad amurallada de Alesia. Para su sorpresa, los romanos no lo asediaron. Al menos no directamente. Construyeron una cerca de más de 15 kilómetros y 4 metros de alto. Efectivamente, yo también lo estoy pensando: están locos estos romanos. Pero esperad, que esto no acaba aquí. Al tener noticia de que las otras tribus galas estaban yendo en masa a ayudar a Vercingétorix, César ordenó la construcción de otra cerca.

Así que los romanos estaban en una especie de donut, luchando contra los galos por los dos bandos. Aunque los nativos los superaban en número, al final el orden y la astucia de los romanos pudieron más que el arrojo de los galos. Viendo que no tenía otra opción que rendirse o entregarse al hambre, Vercingétorix se rindió.

Entonces, toda la Galia fue ocupada por los romanos… Bueno, excepto una aldea poblada por irreductibles galos que resiste, todavía y siempre, al invasor.

 

 
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