Penélope Cruz: "Crecí con los pies en la tierra. No se rieron cuando dije que sería actriz"
La actriz española con mayor reconocimiento internacional recibe el premio Donostia por toda su trayectoria, la de una niña que jugaba a interpretar papeles, la de una mujer que se ha conocido a través de sus personajes
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Penélope Cruz, premio Donostia / GETTY IMAGES
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San Sebastián
Musa de Almodóvar, la actriz de Alcobendas, ha trabajado con innumerables directores a lo largo de una carrera en la que ha transitado muchas y variadas cinematografías. Woody Allen o Ridley Scott la han fichado para sus películas y también ha sido una de las protagonistas de la saga millonaria Piratas del Caribe. Pero su historia empezó mucho antes. Cuando era una niña. "El cine me ha enseñado tanto de sí misma. Hice Jamón, jamón y Bellepop cuando tenía 17 o 18 años. He crecido en el cine y eso me ha permitido descubrir muchas cosas. Lloré en el último día de Jamón, jamón, me sentía en mi salsa, era el sitio donde quería estar siempre. Gracias a Dios he tenido mucha suerte”, decía emocionada al inicio de la rueda de prensa por su premio Donostia.
Es la actriz española de mayor reconocimiento internacional, pero no ha olvidado al cine español a pesar de sus éxitos en Hollywood. Sigue presente en películas como Mama de Julio Medem o en Dolor y Gloria de Almodóvar, las dos más recientes. Para España fueron sus palabras cuando ganó el Oscar por su papel como mejor actriz de reparto por Vicky, Cristina Barcelona, la comedia que Woody Allen rodó en la ciudad condal, en la que también participó Javier Bardem, ahora su pareja.
La intérprete sigue buscando papeles que le hagan explorar la condición humana, meterse en la piel de otro. "Nuestro instrumento somos nosotros mismos, las emociones, estudiar el comportamiento humano, es fascinante porque es llegar a un pozo sin fondo, lo que nos emociona, lo que nos hace ser como somos”, apunta. Y recordaba cómo de niña ya lo imaginó todo. “Mis primeros juegos de niña eran interpretar. Me gustaba jugar sola, porque jugaba a montar situaciones y ser diferentes personas. Y con eso sentía mucha libertad, me hacía mirar más hacia dentro y conocerme más a mí misma".
Penélope Cruz es la quinta española que ha recibido el premio honorífico, después de Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, Antonio Banderas y Carmen Maura. Y es la actriz más joven en ganar este premio Donostia que reconoce toda una trayectoria. Ella misma se sorprendió cuando recibió la llamada de José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián. "Le pregunté si estaba seguro, a lo mejor podemos esperar unos años más", le respondió. "Yo soy como un personaje de Almodóvar, entonces empecé a pensar si me iba a pasar algo malo", ha bromeado.
Instalada en Madrid desde hace años, sigue cruzando el charco para proyectos en Hollywood y en Latinoamérica, pero nunca ha querido despegarse del cine europeo y español. "Mi historia nunca fue la de coger la maleta y un billete sin vuelta”. Sus compañeros destacan su versatilidad, su esfuerzo, su perfeccionismo. Una 'curranta' que aborda cada personaje desde el mismo punto de vista: "El actor no puede juzgar a los personajes. Un actor no puede trabajar con su ego". A partir de ahí, cambia acentos y se transforma físicamente. "Nosotros estamos para servir a una historia y a un personaje, cómo camina, cómo habla, qué acento tiene… Nunca he estado interesada en hacer el mismo personaje o personajes que se parezcan a mí. Cuánto más distancia ahí, es más interesante porque nosotros volamos".
La actriz ha tenido unas palabras para su familia, la que le enseñó junto al ballet clásico esa disciplina. "Eran los valores que yo había visto en mi casa, el trabajo, la familia, crecí con los pies en la tierra. Es algo que le debo a ellos más que un mérito mío. Es algo que creo que también me inculcó el ballet clásico, yo ya llevaba una actitud casi militar, se pasa frío, se pasa hambre… Y también es de sentirse tan agradecido cuando se forma una carrera, cuando puedes vivir de lo que te gusta…”. Tampoco la miraron como una lunática cuando descubrió en la interpretación su vocación. “Nosotros no teníamos ningún referente cerca, ni amigos ni familia que trabajara en el cine o en el arte… era como decir que iba a ser astronauta. Nunca me cerraron esa puerta pero sí tenían miedo. Les agradezco que no se rieran de mí”, ha concluido.