Guadalaviar: una vida en movimiento
Viajamos hasta un pueblo de Teruel donde más de la mitad de los vecinos viven de la ganadería y son trashumantes
Guadalaviar: una vida en movimiento
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Madrid
En Guadalaviar es imposible mencionar la palabra trashumancia y que no broten en la conversación decenas de historias de vida. En este pueblo de montaña, a medio camino entre Cuenca y Teruel, más de la mitad de los vecinos viven de la ganadería. Y cuando aprieta el frío en noviembre, los pastores inician un camino a pie hasta Jaén, donde las temperaturas son más suaves y pueden pasar la segunda mitad del año con el ganado.
Durante los 23 o 24 días de trashumancia, los pastores realizan un recorrido de unos 400 kilómetros. Y muchos lo hacen a la antigua usanza: a pie, pasando la noche al raso o en tiendas de campaña.Utilizan antiguas cañadas que les permiten que los animales tengan agua y comida durante el viaje.
“Los días antes de salir, estás deseando irte. Vamos por cañadas históricas que supuestamente tienen 75 metros de ancho, pero hasta el propio estado se las ha comido”, nos explica Alejandro, que tiene 37 años y lleva “toda la vida” con el ganado.
Y a unas vías pecuarias cada vez más tortuosas, se le suma la diferente normativa que deben seguir los pastores en función de cada comunidad autónoma por la que pasan. En el caso de Alejandro: Aragón, Valencia y Andalucía. “Te piden muchísimas cosas, y a la primera de cambio te amenazan con quitarte la subvención”, se queja.
Sus corderos se venden “en el mercado extranjero”, en Líbano y Arabia Saudí fundamentalmente, a un precio de 60 euros aproximadamente por un cordero de 20 kilos. “Aquí nos traen lo malo y lo bueno se lo llevan”, dice el pastor mientras recuerda que la lana de las ovejas que él mismo esquila la vende a China, donde fabrican aislantes para viviendas.
Valentina Rojo Squadroni
Uruguaya de nacimiento, catalana de adopción y madrileña de acogida. Es redactora de 'A vivir que son...