Luz, más luz
Los ciudadanos entienden muy bien, son mucho más listos de lo que creen esos mismos dirigentes, que se discuta por asuntos concretos.
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Es de suponer que los dirigentes de los partidos que ahora mismo se pelean por los pactos, es decir, prácticamente todos, son conscientes de que la paciencia del respetable tiene un límite, difuso, sin duda, pero que no convendría superar.
Los ciudadanos entienden muy bien, son mucho más listos de lo que creen esos mismos dirigentes, que se discuta por asuntos concretos. Es lo que todos hacemos en nuestra vida cotidiana: pedimos un descuento en la compra del piso, que nos rebajen el tipo de interés de la hipoteca y que el sastre o la modista nos ponga un mejor precio para hacernos el terno de verano. También se discute con el jefe para un aumento de salario o un mejor destino, que las discrepancias no son únicamente de dineros.
Lo peor con los políticos es que ocultan, deliberadamente, de lo que están discutiendo, sin advertir, o por lo menos sin actuar conforme a ello, que todo lo que pacten va a afectar a la vida cotidiana de millones de niños, señoras, señores, transexuales y hasta militares sin graduación.
Convendría pues, que acabaran con tantos tapujos y nos dejaran asomarnos a los asuntos concretos por los que sin duda se pelean, que nadie cree que en la intimidad hablen de grandes cuestiones filosóficas. La gresca, más bien, apunta a las pequeñas miserias que nos igualan. Luz, más luz.