El CIS y la bola de cristal
El PSOE se disparaba en intención de voto, que Podemos perdía fuelle, que el PP subía una miaja y que Ciudadanos y Vox se estancaban.
Qué cosas tan curiosas pasan en nuestro país. Ocurre que hay un organismo estatal, con 100 probos funcionarios, que se denomina Centro de Investigaciones Sociológicas, más conocido como el CIS, encargado de hacer los estudios pertinentes para cumplir con esa labor que se enuncia en el título. Hace periódicamente encuestas, algunas de ellas de índole política, y siempre, siempre, sucede lo mismo: todo el mundo -el de la derecha en masa, por ejemplo- se carcajea de los resultados, pero pasan horas y horas, folios y folios hablando de esos datos. ¿Ustedes lo entienden?
Se da la circunstancia, además, de que ahora el Centro está dirigido por un señor de importante currículo académico, al que la caterva de iletrados de las tertulias de la fiel infantería le llaman sabio, un insulto según sus vacíos magines. Ayer nos dijo el CIS que el PSOE se disparaba en intención de voto -a primeros de junio, cuando se hizo el trabajo de campo-, que Podemos perdía fuelle, que el PP subía una miaja y que Ciudadanos y Vox se estancaban.
Seguramente era así, sus números no repugnan a la inteligencia, pero el problema está en intentar utilizar esas subidas y bajadas como bola de cristal de qué podría suceder en una hipotética repetición de elecciones. Porque, ¿cómo calculamos el desgaste de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias tras devolverse las fotos?