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Las webseries en la era del consumo online: de nuevos formatos a incubadoras de talento

´Las webseries que nacieron 'contra' la televisión tradicional buscan hoy su sitio. En la era de las plataformas, con flexibilidad de duración en los capítulos y temáticas de nicho, estas producciones siguen siendo un escaparate para nuevos creadores

Imagen del rodaje de 'Fracasados por el mundo' / GONZALO GURREA

Imagen del rodaje de 'Fracasados por el mundo'

Valencia

A finales de los 90, con la irrupción y la democratización de Internet, las webseries surgieron como una vía de expresión y experimentación frente a la televisión tradicional. Pequeños relatos capitulares que se caracterizaban por sus pocos medios y temáticas alejadas del circuito comercial. Vídeos que se consumían de forma minoritaria pero empezaban a hacerse hueco entre un público, especialmente los nativos digitales, que buscaba nuevas voces y formatos que no le obligaran a estar sentado frente al televisor. Dos décadas después, con el cambio en los modos de consumo y el modelo a la carta impulsado por las plataformas de streaming, ¿qué es hoy una webserie? ¿cuál es su espacio en el mercado actual? En una era en la que Netflix produce ficciones de una duración flexible y para una audiencia de nicho y en la que hasta Nick Hornby y Stephen Frears crean una comedia con capítulos de 10 minutos para Sundance TV, la frontera -si la hay- es difusa.

En el marco del Festival Cinema Jove de Valencia, con sección oficial de webseries, creadores, expertos y medios han debatido sobre un formato que sigue conservando algunas peculiaridades. Para Meredith Burkholder, responsable del Webfest Berlín y coautora de la biblia de las webseries, hay dos hechos diferenciales: la duración y la libertad. “Tienes episodios, de diez, quince o nueve minutos, algo que no se ajusta al estilo de la televisión. Lo segundo, son los temas que tratan, no sería posible verlos en televisión. Puedes ver historias, contar historias, que no están en ningún otro sitio porque tienen la libertad de que no se dirigen a una audiencia masiva”, defiende en conversación con El Cine en la SER.

En el lado opuesto, la tesis de partida de las responsables del podcast ‘Las entendidas’ (en Plaza Radio). Todo es hoy en día una webserie pues su consumo es online. Estas producciones ya no se definen por su carácter amateur, ni un bajo presupuesto, aunque sí cuentan, en general, con una construcción audiovisual más libre. Desde el momento en que las propias televisiones tradicionales y las plataformas producen webseries (por ejemplo, Atresmedia tiene su propio portal, Flooxer, y RTVE lanzó PlayZ) o crean ficciones a partir de una (el caso de Issa Rae en HBO con ‘Insecure’), todo forma parte del mismo ecosistema, no hay una particularidad.

Burkholder, que ha analizado más de 6.000 obras en un libro, sí mantiene que existe una línea. Las webseries se definen por su experimentación ¿Son el nuevo underground audiovisual?, le preguntamos (entre risas). “Tienen un punto porque son producciones espontáneas. Quiero contar una historia y lo hago. La mayoría son producciones independientes, es el underground, no están condicionadas por anunciantes, comisionarios, por plataformas… son historias que la gente quiere contar, expresarse y ya está. Son pasionales, diversas, libres… puedes ver cualquier cosa en una webserie, y cada vez más y más. Al principio eran más comedia pero ahora hay más drama, más thriller, y no en la misma forma que lo ves en televisión. No son sitcoms, no son un drama criminal al uso. Son formatos muy innovadores que te sorprenden constantemente. La paciencia también es clave porque en Internet hay tantos vídeos, se consumen tanto, que tienes que captar rápidamente la atención y en muy poco tiempo. Tienes que ir al grano, es un thriller, una comedia, un romance… lo tienen que saber rápido. Hay que ser paciente, moverse, con los teléfonos móviles hay miles de distracciones. Por eso innovar y ser paciente son claves”, argumenta.

Sí hay consenso en otros tres elementos. Las webseries son incubadoras de talentos, el futuro pasa por el móvil y relatos creados para redes sociales, y su público no solo es joven. “Sin duda, mucha gente que hace webseries dice eh, estoy aquí, he producido esto, puedo hacerlo, esta es mi carta presentación. Pero es más que eso. El nivel de escritura es muy alto, puede servir para decir soy capaz de hacer algo más grande. Esto es lo que puedes ver, lo que puedo ver, lo que puedo hacer y cada vez hay una audiencia más formada, por eso buscan webseries. Son más creativas, tienen más flexibilidad, no tienen unos episodios de la misma duración, puedes experimentar, hacer cosas nuevas y al final funciona”, resume Meredith Burkholder.

“Al principio y durante mucho tiempo se ha considerado que esto solo era para una audiencia joven y servicios móviles. Pero cada vez vemos que las historias y las producciones son más y más sofisticadas, quizás para un público más adulto. Ahí está la audiencia potencial. Los jóvenes están todo el día con el móvil pero también con los videojuegos y expuestos a distracciones. Hay un grupo de público entre 30 y 50 años que están muy ocupados, pertenecen al ámbito profesional, se mueven constantemente y realmente les puede satisfacer no ver series todo el fin de semana sino en un formato corto. Hace poco nos hemos dado cuenta que la gente ve más Youtube que la pantalla de la televisión, es una enorme desafío, están en el sofá viendo Youtube o en el móvil, es el tipo de productos que debemos producir, más innovadores y con historias más complejas”, concluye sobre un debate que sigue abierto. Para la productora rusa Maria Zatulovskaya, el futuro parte del futuro pasa por el ‘Screenlife’, crear historias a partir de nuestras decisiones diarias con las pantallas. Un ejemplo, cómo nos define nuestro fondo de escritorio, su organización, nuestras interacciones… Historias basadas en nuestros movimientos que, además, luego pueden ser interactivas, en formato vertical y creadas para plataformas como Snapchat o Instagram.

Gonzalo Gurrea, en busca de una oportunidad

Para este profesor valenciano todo empezó con una parodia. Una versión cómica de las historias de ‘Españoles por el mundo’ que finalmente ha acabado siendo un comedia de lo absurdo de lo cotidiano, un sátira del día a día, con diálogos rápidos e incisivos y una estética de falso documental. Es ’Fracasados por el mundo’.

Todo empezó con un piloto de cortometraje para el festival NoTodoFilmFest con el que ganamos el premio a mejor webserie. Con ese premio pudimos producir la primera temporada. En aquel momento estaban muy en auge las webseries, esto fue hace cuatro o cinco años. Era una plataforma más, una ventana más para mostrar tu trabajo. Gracias a esto tuvimos un recorrido muy grande por festivales (Miami, Los Ángeles, México…) y a partir de eso apetecía hacer una segunda temporada. El problema era que no teníamos ningún tipo de ayuda. Hubo a mucha gente que le gustó, le interesó a nivel de productoras, pero no daban el paso a nivel de financiación. Aún así, hicimos nosotros solos la segunda temporada y también se movió muy bien por festivales. Tuvimos dos nominaciones el mes pasado en Miami y ahora la presentamos aquí en Cinema Jove. Pero ha sido mucho más costoso y laborioso por no tener a nadie detrás.

La serie se puede ver gratis en Youtube pero no hay recompensa, ¿no?

Sí, de hecho cuando toca publicarlo en Youtube siempre hay un paso, un momento, de decir: ostras, lo voy a lanzar y pierdo el control sobre el productor. Es como un océano de contenidos que es muy complicado que llegue a algo. A mí personalmente no me importa demasiado el tema visitas, suscriptores, porque creo que es un mundo aparte. Tienes que hacerlo adrede para eso, es decir, crear contenido solo para suscriptores, mi caso no es ese. Simplemente es una ventana abierta y la utilizo, pero es muy difícil. El mundo Youtube es muy fácil acceder, pero es muy complicado monetizar o recibir algún tipo de compensación económica, muy difícil. El objetivo para nosotros, y para muchos creadores, es que eso sirva de escaparate para que alguien te pueda apoyar pero en unas mejores condiciones de trabajo.

En el debate abierto entre serie y webserie, ¿tiene sentido la diferenciación? ¿siguen teniendo las webseries rasgos definitorios?

Cuando empezamos hace tiempo, el nivel era bastante menor. Se notaba que era muy amateur el concepto webserie. Sin embargo, en esta segunda temporada que hemos empezado a mover otra vez por festivales, por ejemplo, en Miami estábamos nominados con otras cuatro webseries, y dos de esas estaban en Amazon. Aquí en España también hay webseries en RTVE o en Flooxer, la plataforma de Atremedia. En realidad se están juntando en el mismo paquete muchas producciones, es un honor pero también dificulta mucho las cosas a la hora de ganar visibilidad. Las webseries son ahora como películas independientes, que pueden competir en un festival grande pero que sabe a priori que lo tiene más complicado ante una gran producción. En realidad, es lo mismo, es una serie, yo lo llamaría serie porque webserie ya parece un poco peyorativo. Es una serie aunque no tenga una gran producción detrás. Es el mismo producto que los que pueden estar en Amazon o Netflix, yo lo veo igual.

¿Cuáles son tus expectativas?

Mi objetivo, mi anhelo, es vivir del cine, es decir, vivir de contar historias sea cual sea la plataforma. Más que nada por una necesidad personal. Es muy complicado, es un mercado súper difícil, me canso de decirlo y al final aburre, pero cuando notas que te nace, que tienes una necesidad personal, buscar cualquier excusa para hacerlo. Yo sigo adelante, estoy preparando un guion de largometraje, buscando producción y financiación. Pese que ves las barreras que se te plantan, intentas torearlas, porque es lo que quiero, es algo que necesito hacer. Siempre estoy preparando cosas porque necesito hacerlo, es una cosa ya personal.

Dos propuestas muy diferentes desde España

En sección oficial del Festival Cinema Jove se han presentado dos webseries españolas, ‘Gente hablando’ y ‘Barbiturica burlesque’. La primera es una producción desarrollada por el guionista y humorista Álvaro Carmona para la plataforma Flooxer. Un proyecto personal que ha escrito y dirigido sobre pequeños conflictos que surgen en conversaciones. Contaba el creador que el punto de partida eran muchas discusiones con sus amigos: “sabías que no llevaban razón pero lo argumentaban tan bien”. En los distintos episodios reflexiona sobre sexo y sintaxis, las citas por Tinder, los padres y las expectativas sobre sus hijos o el vecino que ve porno HD. La webserie se encuentra ya en producción de su segunda temporada.

La otra propuesta es más radical. Borja Segarra creó hace unos años ‘Barbiturica Burlesque’, la historia de una ‘masajista’ bastante especial del barrio del Raval que él mismo protagoniza. “Es una serie trash, queer”, decía durante la presentación de una webserie que fue censurada por Youtube y hoy se puede ver en Revry, una plataforma americana especializada en títulos LGTBI+. Por el festival han pasado otras obras muy interesantes, como la suiza ‘BIP’, desarrollada por el joven Vincent Bossel, sobre una cajera de supermercado que imagina la vida de los clientes a través de sus compras, y la argentina ‘Noche de amor’, una especie de ‘Casa de las flores’ argentina en torno a una boda creada por Pedro Levati. En algunos países, como Rusia y Cánada, las webseries son una industria emergente y conservan ese carácter experimental y outsider con el que nacieron.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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