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Un chapero gay en busca de cariño

'Sauvage', la ópera prima del francés Camille Vidal-Naquet, es un viaje a través de lo primario, los instintos, el placer, la marginalidad, el cariño, el amor... de un joven que no cuestiona su vida ni tiene dependencia material

Una mirada cruda a la prostitución masculina y a esos chicos invisibles que venden sus cuerpos pero no su espíritu

Uno de los fotogramas de 'Sauvage' / ELAMEDIA ESTUDIOS

Uno de los fotogramas de 'Sauvage'

Madrid

Desde hace unos años emergen en el cine de autor europeo nuevas miradas a la sexualidad y el tratamiento de los cuerpos. El francés Camille Vidal-Naquet debuta a los 46 años en la dirección de largometrajes con un retrato valiente y desgarrador de la vida de un chapero gay. Pero no hay en Sauvage un intento de radiografiar el negocio de la prostitución. Hay una visión desprejuiciada del día a día de un trabajador del sexo. Al realizador no le interesan los motivos, de dónde viene, quién es ese joven de 22 años que vaga y divaga por París.

El director pasó tres años en un conocido parque de la capital francesa charlando con estos prostitutos para plasmar con realismo ese día a día, sus perfiles, sus preocupaciones, sus inquietudes… La vida de esos hombres que viven al margen del sistema pero alimentan al sistema, que representan la marginalidad en un barrio de clase media alta.

Aunque, dice, no hay voluntad de hacer un análisis social, esa marginalidad convive con la violencia y con la soledad de clientes y chaperos. Señores mayores que solo buscan compañía y trabajadores del sexo que no se sienten obligados. El actor Félix Maritaud, que ya trabajaba en este proyecto cuando estrenó 120 pulsaciones por minuto, se ha convertido en uno de los referentes del nuevo cine queer francés. Su interpretación es un recital que incomoda, atrae, descoloca y fascina, intentando desentrañar qué hay detrás de ese joven sin nombre, sin ambición y sin interés por el dinero.

Un prostituto gay anticapitalista que vende su cuerpo buscando afectos. Sauvage es un viaje a través de lo primario, lo salvaje, el placer, la marginalidad, el cariño, el amor… de un chico que no quiere cambiar de vida, que vive solo de sus instintos en los márgenes de una sociedad en la que no quiere verse atrapado. Profesor de análisis fílmico, Vidal-Naquet es de esos autores franceses a los que les cuesta explicar su obra. El arte está por encima de las palabras. En una cinta sensorial, articula toda la película a través del cuidado coreográfico de los cuerpos. Cuerpos vulnerables y vitales, frágiles y enérgicos, que sufren la violencia, que disfrutan y padecen el placer, que se desgastan por la calle y se encogen con un abrazo.

El relato se construye con esa evolución corporal, y como buen estudioso de la estética, estaba especialmente obsesionado con el tratamiento del color y su moralidad. No había que embellecer, no podía caer en el erotismo pero tampoco en una imagen sórdida. Sauvage podría ser solo una incursión descarnada y cruda en el mundo de la prostitución masculina, pero su mirada va mucho más allá. Es la historia de un joven que no cuestiona su vida, que no juzga la de nadie, que es invisible, que se ha convertido en alguien a quien usar y tirar. Y él solo ha elegido una forma de despojarse de todo y recuperar los afectos y el amor.

¿Por qué una historia a partir de prostitutos? ¿Qué quería explorar a través de los trabajadores sexuales?

No sé si he querido contar algo sobre los trabajadores del sexo, lo que quería era hablar de alguien que resulta que es un trabajador sexual

Por eso le preguntaba a través de esos chicos... Dice Félix Maritaud, el actor protagonista, que la película no va sobre algo, sino sobre alguien

Sí, exactamente. Ese es el punto de partida, el personaje es puramente de ficción. No he querido hacer una película sobre un tema social, sino comprender a alguien dentro de esa situación.

¿Hay voluntad de humanizar, sin prejuicios, a alguien en un mundo tan deshumanizado como la prostitución?

Tenemos tendencia a pensar que la prostitución es una función, decimos los que se prostituyen, como si fuera una función. Pero antes de eso, son personas que ejercen un oficio, que ejercen esa profesión que es la prostitución. Como todo oficio, hay personas con personalidades y sentimientos distintos, la cinta enseña eso con toda su gama de manifestaciones.

¿Es una película anticapitalista? Es una reflexión sobre lo primario, sobre los instintos, sobre el cariño, sobre los afectos de un joven sin dependencia material, despojado

No sé si yo me dije voy a hacer una película anticapitalista. Hay secuencias en la película donde algunos clientes se creen derecho a hacer lo que les da la gana, pero solo hay una. Lo que se trata más bien es presentar una realidad que no se ve, no se presenta muy a menudo. No sé si es anticapitalista, pero sí muestra a unas personas que no pueden conformarse con reglas que a la mayoría de las personas les parecen normales, que no se pueden cuestionar, que están ahí porque sí, son esas personas que no se pueden conformar con lo que entendemos por normalidad.

Sí hay un retrato de la marginalidad de la prostitución en ese barrio de París

Sí, barrios marginados, los barrios donde yo he ido a entrevistar y hablar con las personas para documentarme cuando hacía la película. Paradójicamente ese barrio es el del bosque de Bolonia, uno de los más ricos y prósperos de París, y ahí es donde proliferan estos jóvenes trabajadores del sexo.

Pero estas personas viven excluidas de la sociedad

De eso se trata, tenemos que ver que bajo nuestras narices, delante de nosotros, hay muchas personas que viven fuera de las reglas supuestamente establecidas por la sociedad. Y están ahí, delante de nosotros, ante nosotros.

La película también habla de la libertad y la soledad, ¿es ésta última la enfermedad moderna?

Sí, totalmente, todo el mundo lo sabe. No soy yo quien vaya a descubrir eso ahora

Ya, pero el protagonista intenta paliar esa soledad, busca afectos, al igual que muchos clientes solo quieren compañía...

La prostitución es por definición una profesión solidaria. Se pasan noches enteras solos en una esquina, en un bosque... Pero también forzosamente hay solidaridad entre las personas que pasan por eso. La película también muestra la soledad de los clientes, es terrible, necesitan comprar afectos, compañía, intercambios...

¿Se pueden comprar los afectos?

No lo sé. En la película el protagonista no lo vende todo, retiene su poder, su capacidad, de tomar decisiones y elecciones

¿Por qué no le interesaba contar los motivos, el pasado del personaje? ¿El cómo llega a prostituirse? ¿Tenía miedo a que si lo hacía, lo juzgara?

La mayoría de las películas sobre la prostitución intentan explicar por qué uno se convierte en prostituto, como si hubiera siempre que justificar por qué uno se prostituye o no. No hay justificación, es un trabajo, como las personas que trabajan en otra cosa. No es una película de análisis social, no intentamos analizar sociológicamente el porqué de la prostitución. La idea de la película es simplemente cómo se vive lo cotidiano dentro de un trabajo de este tipo, no explicar el por qué o el cómo, sino mostrar la realidad cotidiana de personas que están implicadas en este tipo de trabajo.

En este trabajo cotidiano, ¿cómo afrontó el tratamiento de los cuerpos, algo clave en la cinta?

Tenía que mostrar el cuerpo siempre como una herramienta de trabajo, no hay erotismo, era importante normalizar el trabajo alrededor, y partiendo de sus cuerpos, para mostrar que simplemente es un trabajo. Tenía que evitar la espectacularidad, el erotismo, la pornografía... Simplemente mostrar un trabajo como si hubiese podido ilustrar otra actividad. Eso implica dos cosas: la manera de rodar y la manera de concebir el trabajo con los actores.

Pero sí hay un trabajo con el actor protagonista para mostrar a través del cuerpo la fragilidad, la violencia, la marginalidad, la ternura...

Es importante en todos los actores el lenguaje del cuerpo, en este caso más, porque no habla mucho, habla a través del cuerpo, y eso lo hemos tenido que trabajar. Con Félix no hemos trabajado la psicología, solo la acción, la vibración, la energía del cuerpo, el posicionamiento... Nada de entrar en su cabeza, sino en el uso del cuerpo.

También le obsesiona el tratamiento del color y su moralidad en el cine...

No es cuestión de obsesiones, es que soy muy preciso. Por ejemplo, con los tonos de color hay que tener mucho cuidado. Si se embellece demasiado, se hace trampa. Había que tener mucho cuidado con cómo se retocan ciertos tonos y tonalidades de algunos colores. Si hay una enfatización de algún color, embelleces el cuerpo. Y al revés, si son tonalidades más crudas, es también juzgar, decir que esto es feo. No se puede embellecer ni exagerar hacia lo más crudo. En ese sentido, es un asunto claramente de moralidad.

Viendo el cine de autor europeo, en los últimos años ha explorado desde muchos puntos de vista la sexualidad de forma no normativa, hay una inquietud por la representación del cuerpo... ¿es algo que pueda diferenciar del puritanismo americano?

Yo no me fío de las generalizaciones, que si el cine europeo, el cine americano... El cine americano es gigantesco, es enorme, no sé si el cine europeo es menos puritano que el cine comercial americano. No soy yo la persona más competente para analizar eso.

Vale, pero hay una voluntad de cineastas europeos por subvertir la representación de los cuerpos y la sexualidad...

Quizás sí, es verdad. Pero lo que puedo decir basándome en mi propia experiencia es que en Francia he podido hacer la película muy libremente y con todos los medios como cualquier otra película. Y eso para mí era formidable porque era impensable hacer una película así. No sé si responde a la pregunta sobre el cine europeo, pero sí sobre mi película hecha en Francia en este momento.

Como ciudadano francés, ¿tiene una posición sobre la prostitución, en el debate entre abolicionista o legalizarla?

Tengo la sensación de que la gente hoy tiene que tomar muy rápidamente una postura sobre un tema en concreto, y lo que sí puedo decir después de los casi 3 años hablando con esos chicos, es que me parece el tema más complejo de lo que me parecía al principio. Tengo más preguntas. Mi lenguaje no es la política, es el cine. Lo interesante no es utilizar eso como arma política, sino como herramienta para que la gente vea como es, para mostrar esta realidad. La gente no pasa tiempo con esos chicos que trabajan en la calle, la película les permite hacer el recorrido, ir de la mano, espero que pueda ayudar a tener cierta visión de lo que viven.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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