Ni represión ni apocalipsis
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Madrid
Esta mañana, la presidenta del Congreso y el presidente del Senado comunicarán al rey que la décimo tercera legislatura ha echado a andar. Tras los fuegos de artificio de ayer, quedan los datos desnudos, limpios de cualquier adorno propagandístico. Sin las alusiones a la independencia y al 1 de octubre de los presos preventivos, sin las patadas a al suelo o los golpes a las mesas del hemiciclo de los de Vox y sin la sobreactuación de Rivera.
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Los datos desnudos dicen que la legislatura echa a andar eligiendo a la presidenta del Congreso con una mayoría de 175 escaños y sin contar con los independentistas catalanes. Una mayoría que, si se consolida, es más que suficiente para gobernar aunque esté a un escaño de la absoluta, pero que a la vez recuerda al PSOE la cintura que va a tener que echarle y la solidez de los pactos que debe trabar porque de esos 175 sólo 123 son suyos y el resto corresponden a cuatro partidos.
Por encima y por debajo del ruido, de la furia, y de la propaganda, todo funcionó ayer según el orden y las reglas que tenemos y con los políticos que hemos elegido. Quien quiera otras reglas, tendrá que conseguir en esas Cortes, que ayer se constituyeron, la mayoría necesaria para cambiarlas. Así funciona la democracia. Esta democracia, la española, tan testada y contrastada, que la prensa internacional apenas se ocupa hoy de lo ocurrido ayer en las Cortes. No han tenido éxito ni los propagadores del Estado represor ni los que anuncian el apocalipsis en esta legislatura.