Alfredo
Su habilidad política y su sensibilidad personal conseguían algo que, en los días que corren, es prácticamente imposible
Mientras escribo esta columna, Alfredo Pérez Rubalcaba lucha por sobrevivir. A esta hora, cuando me escuchan ustedes, no se lo que ha ocurrido. Pero permítanme que les diga lo que siento. Alfredo, además de un buen amigo personal, ha sido para mí un gran cómplice político cuando estábamos a una presunta gran distancia ideológica. Yo al frente de Radio Televisión Española y él al frente de la oposición. Pero, qué fácil era hablar con él. Qué fácil alcanzar acuerdos. Su habilidad política y su sensibilidad personal conseguían algo que, en los días que corren, es prácticamente imposible. La complicidad entre los diferentes. Eso es algo que sólo se logra cuando, al menos uno de los interlocutores, tiene talento. Rubalcaba lo tuvo siempre, y eso es algo que, pase lo que pase con su salud, estará en los libros de la historia política de la democracia española.