A vivir que son dos díasVidas enterradas
Sociedad | Actualidad
ANÁLISIS

Fotografías familiares y pancartas públicas

Analizamos la importancia de los objetos que durante décadas han luchado contra la desmemoria en los hogares de las familias

Madrid

Cajas de madera, de cartón, de hierro; libros antiguos de maestros, cartas y postales, recortes de periódico, trocitos de tela cortados una noche a escondidas. Algunos objetos han luchado contra la desmemoria y el olvido en las casas de una España lúgubre y sombría donde la posguerra, la dictadura y la represión obligaban al silencio y a levantar la mano, y trataban de imponer el pensamiento único. Entre todos esos objetos hay muchas fotografías, las imágenes que se han conservado de los ciudadanos que un día fueron arrebatados de sus hogares y nunca más regresaron. Padres, hijos, madres, guerrilleros, sindicalistas, obreros, campesinas cuyas vidas quedaron enterradas en algún paraje sin señalizar de algún pueblo, en alguna fosa común de algún cementerio de España.

Corrían los años cuarenta cuando Luis Morales era solo un niño y su padre recibía en su pequeño estudio de fotografía de Ciudad Real a las personas que encargaban retratos o se hacían fotografías para inmortalizar una fecha especial. De todas las personas que atravesaban el umbral de la puerta de aquel negocio donde se escuchaba música clásica, o la radio, él grabó en su memoria el rostro de las mujeres que, vestidas de riguroso luto, pedían ampliaciones de pequeñas fotografías. Eran las de sus hermanos, sus maridos, sus hijos. Habían sido asesinados y ellas querían que fuesen ampliadas y modificadas para que apareciese alguien a su lado, vistieran mejores ropas o simplemente abrieran los ojos en la nueva instantánea. Para conseguirlo, el padre de Luis utilizaba una técnica, el bromóleo. El resultado era, en muchos casos, la única fotografía que aquellas mujeres conservarían el resto de sus vidas de aquel ser querido.

De aquellas fotografías hablamos con Luis y con Gervasio Sánchez, que lleva décadas retratando a los familiares de quienes todavía hoy siguen buscando a sus seres queridos, a miles de desaparecidos en Europa, América Latina y Asia. Jorge Moreno, Doctor en Antropología social y cultural ha hecho un estudio profundo del valor social y emocional de esas instantáneas en el libro “El duelo revelado. La vida social de las fotografías de las víctimas del franquismo”. Julián López, Catedrático de Antropología Social de la UNED, ha analizado cómo en la intimidad de cada hogar se han ido construyendo altares paganos que cada familia ha utilizado para rendir homenaje a los ausentes y Ana Longoni, Directora de Actividades Públicas del Museo Reina Sofía, ha estudiado el salto que han dado esas fotografías de desaparecidos a la esfera pública en Chile y Argentina a través de pancartas públicas en plazas donde las víctimas han gritado contra el olvido y han exigido justicia.

 
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