Además de pimpollo, chisgarabís

Madrid

Decíamos ayer que es muy sencillo encontrar al ganador de las elecciones, y con la misma rotundidad es fácil elegir al perdedor: Pablo Casado, el protagonista de una derrota histórica, sin paliativos ni disculpas. Un fracaso absoluto, total, más de setenta escaños ha perdido el Partido Popular, que le deja al borde de ser superado por Albert Rivera, su rival en la derecha. Y todo ello ganado a pulso con un giro suicida durante su mandato hacia la extrema derecha de Vox, y una deriva repugnante hacia el insulto y la descalificación de los contrarios, en especial a Pedro Sánchez, que no solo daña al contrincante, sino a la decencia de la vida pública y a la esencia misma de la democracia. Un horror.

Pero con ser terrible ese derrumbamiento, quizá haya sido aún peor la reacción del pimpollo Casado. ¡Qué barbaridad, estaba el muerto en el velatorio y ya estaban renegando! Hay que tener desparpajo, y nula calidad personal y política para anunciar a bombo y platillo otro salto de siete leguas, ahora hacia el centro. ¿Quizá cree que alguien va a respetar a la peonza que gira hoy para acá, mañana para allá? Para colmo, ahora se dedica a insultar al líder reconquistador de Vox, al que tendrá que pedir sus votos si quiere superar a la izquierda el día 26. Casado, pimpollo, y además, chisgarabís.