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El dietario de Ramoneda

Patética autodefensa de Casado

Josep Ramoneda analiza las excusas que está poniendo Pablo Casado para analizar el desplome de su partido en las elecciones del pasado domingo y la polémica en torno a Nuria Gispert

Patética autodefensa de Casado

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Barcelona

La patética autodefensa de Pablo Casado: “Llevamos perdiendo apoyos electorales desde hace ocho años, por lo tanto, no es algo que sea imputable a estas elecciones”. Estoy convencido de que la crisis del PP tiene mucho que ver con el mandato de Rajoy y con su incapacidad para mantener la derecha unida que heredó de Aznar. No supo afrontar la corrupción del PP y gestionó mal la cuestión catalana. Aunque mis razones son bien distintas de las de Casado: pienso que el fracaso de Rajoy fue la incapacidad de resolver políticamente el conflicto catalán, y él piensa que faltó mano dura. El PP empezó a perder votos en 2015, pero en ningún momento las dimensiones del retroceso fueron equiparables a la debacle a la que Casado le ha llevado. Y es patético que en vez de asumir la responsabilidad por diez meses de estrategia totalmente equivocada, eche las culpas a su antecesor. Si, en opinión de Casado, Rajoy fue demasiado tibio y el electorado del PP quería pelea, ¿cómo se explica el fracaso de una campaña electoral a grito pelado?

Ya sé que vivimos tiempos en que la contención verbal esta de vacaciones en la política. Pero hay una cosa peor que perder el sentido institucional, que es premiarlo. La expresidenta del parlamento catalán Núria de Gispert lleva ya un cierto tiempo peleando en Twitter con Arrimadas y otros dirigentes de la derecha. Pero ha pasado todas las líneas rojas al llamar “comercio de cerdos” a la salida de dirigentes del PP y de Ciudadanos hacia otros lugares de España. El gobierno catalán le acaba de conceder la Cruz de Sant Jordi, junto a otros expresidentes del parlamento. Y el presidente Torra se niega a retirársela. Así se desprestigia a la política. Por definición, la presidencia del parlamento exige el máximo respeto a todos los grupos políticos y a sus representantes. Premiar a Núria de Gispert es una ofensa a la institución y deja en posición incómoda a los otros muy dignos expresidentes premiados, Ernest Benach y Joan Rigol. Mal puede exigir el presidente Torra decencia y respeto a los demás, cuando pone el listón tan bajo.

 
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