Policías y políticos
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Madrid
El dispositivo policial para impedir el referéndum ilegal en Cataluña, el 1 de octubre de 2017, va camino de ser el más analizado, el más escudriñado y el más debatido en muchas décadas. Porque efectivamente impidió la convocatoria de la votación y demostró la solidez del Estado de derecho y de sus reglas del juego.
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Será difícil repetir aquel juego infantil: aquel “jugábamos a póker e íbamos de farol”, como lo definió una consejera de Puigdemont. Pero el precio pagado para sortear el mal mayor fue muy alto, como se está viendo estos días en el juicio del “procés", ante el Supremo.
La coordinación entre las tres policías (Guardia Civil, Policía Nacional y Mossos) fue escasa, o nula. Rompieron su aparente sintonía poco antes de la misma votación. Y hay un lío tremendo sobre a qué hora, y quién, dio la orden de decretar quebrada la confianza entre tres cuerpos destinado a colaborar, y tirar cada uno por su lado. Recelan entre sí, porque unos culpan a otros de los errores estratégicos, del exceso de suavidad io del exceso de contundencia. Y hubo demasiada gente magullada, con o sin uniforme.
Ojalá el Supremo desentrañe la verdad, entre tantas “verdades” opuestas. En caso contrario quizá habría que proponer una investigación parlamentaria. Porque esto no debería repetirse. Ni siquiera como caricatura.
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Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...