Guerra de gorros
"Éramos vigilados para saber nuestros movimientos. Tenían órdenes", especificó uno de los testigos de la Guardia Civil
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Madrid
La rivalidad entre cuerpos policiales es como la desconfianza entre desconocidos: algo casi genético. Con la desventaja de que se conocen entre sí. Y a veces, mucho. Pero una cosa es competir, tratar de llegar primero o pretender salir más agraciado en la foto. Y otra espiar, vigilar, incluso obstaculizar la labor ajena.
Uno de los testigos de la Guardia Civil, un comandante, declaró ayer en el proceso del “procés” que eso es lo que había ocurrido el día del referéndum ilegal en Cataluña. Que los Mossos d’Esquadra les habían espiado, según las conversaciones radiofónicas que analizó el cuerpo estatal. “Éramos vigilados para saber nuestros movimientos. Tenían órdenes”, especificó. Este testimonio contradice frontalmente el de la cúpula de la policía autonómica. El comandante dio detalles. Como que el seguimiento se habría producido en algunos lugares donde la Benemérita guardaba su material antidisturbios, en el aeropuerto de Girona o en el puerto de Barcelona.
Más allá del posible impacto de esta denuncia en el resultado del juicio, resulta muy inquietante desde la perspectiva del ciudadano, que quiere la máxima seguridad. Y la mejor colaboración de los distintos cuerpos.
Ojalá llegue cuanto antes el momento de la prueba documental y de la pericial, para saber a qué debemos atenernos. Para salir de dudas y de la molesta incertidumbre.
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Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...