'70 binladens', el thriller cañí de Koldo Serra: "La violencia viene de arriba siempre"
El realizador bilbaíno llena de costumbrismo una película de atracos con dos mujeres al frente
Madrid
A Koldo Serra el cuerpo le pedía una película de atracos. Tras su debut en el largometraje con Bosque de sombras y su incursión histórica en Gernika, le apetecía jugar con la cámara y los personajes. "Son muy divertidas de hacer y de ver, siendo muy fan del género, no quería una cinta al uso, en este caso la protagonista no es atracadora". 70 binladens bebe del cine de los 70 –Lumet o Siegel, entre los referentes- pero también del mejor costumbrismo español, como La estanquera de Vallecas (Eloy de la Iglesia). Aroma clásico en un entorno reconocible: el barrio, las vecinas, la prensa, la caja de ahorros, el fútbol… El patetismo español y la picaresca. "La base es universal. En todas las ciudades hay atracos, pero el hacerla muy local hace al público identificarse. A veces intentamos simular películas extranjeras que finalmente no consiguen conectar con el espectador. Si no te identificas, si no identificas esa plaza del barrio o esa sucursal de banco, no empatizas", explica en conversación con ‘El Cine en la SER’.
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Escrita por Javier Félix Echániz, Asier Guerricaechevarría y Juan Antonio Gil Bengoa, la historia también desafía el arquetipo clásico con dos mujeres al frente, una ejerce la violencia física y la otra, psicológica. El director bilbaíno construye así un thriller cañí claustrofóbico en el que disfruta con la cámara, los espacios y los giros. Planos cerrados, movimientos rápidos y un juego de espejos que encajan a la perfección con los toques de humor y dos animales interpretativos como Emma Suárez y Nathalie Poza.
Serra aprovecha también esta cinta de ese subgénero de atracos para acercarse a la realidad social y política de un país en crisis, ya sea económica o institucional, permanente. La voracidad de los bancos, la reinserción de los presos, las tensiones generacionales en la Ertzaintza, el periodismo carroñero... "La calle es el reflejo de lo que pasa en las instituciones. Todos los personajes tienen su momento para sacar tajada", comenta. En estos tiempos en los que es más fácil conceder un crédito para unas vacaciones que a una madre soltera, el realizador imprime de tensión y violencia una cinta que también se pregunta de dónde nace esta violencia. "La violencia siempre viene de arriba. A la gente no se le desahucia porque sí, sino porque a esa gente se le ha vendido antes que puede conseguir unos créditos que quizás no están a su alcance. Muchas veces nos empujan a hacer cosas que no deberíamos. Es desde arriba desde donde se tendría que intentar evitar todo esto", zanja.
La alianza de dos mujeres que se necesitan
El director le puso a cada actor deberes, películas para entrar en sus personajes. A Emma Suárez le tocó Tarde de perros o Sospechos habituales. La actriz se aleja de su registro dramático para entregarse a la acción. Da vida a Raquel, una madre desesperada, calculadora e inteligente dispuesta a todo para conseguir lo que necesita: 35.000€. Un personaje con muchas capas y caretas que le ha obligado a hacer un trabajo psicológico y de caracterización para transmitir con la mirada todas esas sospechas. "Es un personaje muy contenido, quizás esa era una de las cosas que más me costaba. Tenía que medir cada gesto, cada movimiento. Terminaba cada día con dolor de cabeza porque es como tener una computadora en la cabeza", recuerda la actriz, que destaca el juego de máscaras con dos mujeres condenadas a entenderse. "Ver cómo dos mujeres que no tienen nada que ver se alían es algo que me gusta mucho de la película. Estas dos mujeres se conectan y se necesitan en ese preciso momento. Nos daba un poco de reparo las escenas violentas porque esto es más de chicos", dice entre risas.
Dos víctimas del sistema
Nathalie Poza y Hugo Silva interpretan a esos dos atracadores que pretenden dar el golpe de su vida en una sucursal bancaria de Bilbao para después huir a una isla paradisíaca. Dos delincuentes con pasado que también mantienen una relación de dependencia. Jonan, al que da vida Silva, es un personaje inestable, débil, desde el primer minuto. “Éste ha sido el resultado de la búsqueda de un personaje dependiente, que dependa de la droga. Es inestable porque depende de muchas cosas. Nunca había hecho un personaje inspirándome en su debilidad y que éste fuera el motor", destaca el intérprete ante el reto.
"La idea de que fuéramos dos mujeres rondando los 50 años le da otra visión a la película de lo que pudiera hacer una niña de 30. Las motivaciones que tiene Emma son el motor de la película. Al principio fantaseábamos con que tenían una parte femenina, pero son dos perras, cada una en lo suyo, van a lo que van. Trabajar esa energía masculina ha sido el juego más atractivo", asegura Nathalie Poza sobre la dualidad de esos dos personajes femeninos tan arrolladores. La actriz revela que se prepara a través de Youtube este tipo de papeles y se puso a ver vídeos de presas americanas encarceladas. "No se buscan los motivos de por qué están ahí, solo se las muestra entre rejas".
Dice Poza que debajo de ese patetismo tan español hay muchas injusticias. "Mi personaje es una víctima de la violencia del poder y las instituciones. No es un psicópata, no es que haya tenido mala suerte, quizá es que haya estado desatendido", zanja Hugo Silva sobre una película que es mucho más que una cinta de atracos.