El preludio del juicio apunta lejos
Josep Ramoneda analiza el inicio del juicio al procés y la dura intervención de Pablo Casado en el debate de los presupuestos en el Congreso
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El preludio del juicio apunta lejos
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Barcelona
“Este juicio puede llegar a ser contra los derechos fundamentales”, estas palabras del abogado Bernat Salellas, dan el tono de la primera jornada del juicio al independentismo. Era el día de las cuestiones previas y los abogados han trabajado con la vista puesta en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que está destinado a ser la última estación de este episodio. Había que apuntar a la falta de parcialidad de los jueces, a las deficiencias de instrucción, a las irregularidades formales y a la negación de derechos a los procesados. Y así ha sido. O sea, el preludio del juicio apunta lejos. Es el peculiar carácter de un caso en que el Tribunal sabe que será evaluado tanto por sus decisiones como por las actitudes, los modos y los procedimientos, que son parte del motivo de la expectación internacional generada. “Hagan de jueces, no de salvadores de la patria” ha dicho el abogado Jordi Pina, advirtiendo sobre las humanas tentaciones de quienes han sido impropiamente llamados a arreglar lo que no resolvieron los políticos.
En el Parlamento, Pablo Casado parece no haberse enterado del pinchazo de la concentración del pasado domingo. Y ha seguido a piñón fijo, con su hiperbólica oposición: acusa a Pedro Sánchez de pactar la autodeterminación con los independentistas “probablemente por debajo de la mesa”. Es decir, sin prueba alguna. Hablaba de presupuestos, pero nadie lo diría, cuando afirmó que el único diálogo que cabe “es cuándo y cómo aplicar el 155”. Este señor aspira a ser presidente del Gobierno. Pero no parece que se haya enterado del sentido de la prudencia que esta tarea exige. Vivimos momentos de algarabía política que conjugan mal con la sensatez. Pero tal como está la oposición dejar caer los presupuestos de Sánchez es peor que una irresponsabilidad, es una estupidez. Y el independentismo lo sabe, pero no se atreve.
Y, sin embargo, el juicio ha empezado con escaso ruido en la calle. Como si la ciudadanía hubiera metabolizado lo ocurrido estos últimos años con mayor celeridad que los dirigentes políticos. El primer día de juicio, ni en Madrid, ni en Barcelona los incidentes han ido más allá de lo anecdótico. Da la sensación de que mientras los partidos pelean el presente a cara de perro, la ciudadanía asume la calma y la paciencia como argumentos para encauzar el futuro próximo. Por lo menos, mientras la economía aguante.