El debate de Macron
Macron es un campeón del europeísmo y de la lucha contra el cambio climático. Pero tras la primera oleada de protestas de los chalecos amarillos arruinó la fortaleza de parte de su programa
Madrid
La iniciativa de un gran debate nacional lanzada por el presidente Emmanuel Macron es hábil. Inscribe la crisis de los chalecos amarillos en un marco más amplio; enraiza con una fuerte tradición francesa, desde los Estados Generales; y apela a la contraposición de ideas que es básica en toda democracia y que matiza su fama de tecnócrata.
Pero lleva gafe. No solo ni principalmente porque quien debiera conducirlo, la señora Chantal Jouanno, acaba de dimitir al conocerse su sueldo demasiado generoso. Ni tampoco por la falta de detalles sobre el método y el grado de influencia práctico que tendrá el debate. Ambicioso de objetivos, pues pretende nada menos que apadrinar un “nuevo contrato para la nación”. Y ahorrador en concreciones.
El principal inconveniente corre en la cuenta del presidente de la República. Macron es un campeón del europeísmo y de la lucha contra el cambio climático. Pero tras la primera oleada de protestas de los chalecos amarillos arruinó la fortaleza de parte de su programa. Al ceder en una medida estrella, el nuevo impuesto sobre el gasoil que constituía el pilar de la nueva fiscalidad verde, ganó quizá en flexibilidad. Pero también mermó su propia credibilidad y sus promesas de ser coherente, de no hacer como sus predecesores.
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Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...