Tener la suerte de ser rey y la mala suerte de que te secuestren
Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, tuvo la mala suerte de atracar su barco en Venecia y que todo saliera mal, muy mal
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Tener la suerte de ser rey y la mala suerte de que te secuestren
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Volver a casa por Navidad no siempre es tan fácil como en los anuncios. Y si no, que se lo pregunten a Ricardo Corazón de León. Corría el año 1192, y Ricardo volvía de Tierra Santa bastante satisfecho con sus proezas caballerescas. No había conseguido conquistar Jerusalén, pero había luchado épicas batallas contra Saladino y se había ganado el respeto de sus contemporáneos.
Bueno, de casi todos sus contemporáneos. Porque lo que le pasó al rey de Inglaterra el 20 de diciembre de 1192 fue que su barco encontró mal tiempo, y se vio forzado a tomar tierra cerca de Venecia. El duque Leopoldo de Austria, viendo una oportunidad de negocio, lo encarceló y se lo mandó a Enrique IV, el emperador alemán. Este hizo una tasación de su preso y lo valoró en 150.000 marcos. Esto era unas dos o tres veces más de lo que recaudaba la corona inglesa en un año, pero al final consiguieron reunir la cantidad y rescatar a su rey.
En definitiva, que se pueden dar por contentos los monarcas actuales de que sus vecinos no anden secuestrándolos, porque dudo mucho que alguien pusiera algo de su bolsillo para recuperarlos.