Hasta el último suspiro
La única alternativa que vociferan PP y Ciudadanos a estos intentos de Sánchez de apaciguamiento, de diálogo, de buscar una salida política a la crisis es la aplicación inmediata del 155
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Madrid
Lo primero es preguntarse si tiene algún sentido celebrar en Barcelona un Consejo de Ministros. Ahora, con la que está cayendo. Ayer se subió un peldaño más en esta esquizofrenia entre política y tribunales, y mientras Moncloa y Generalitat se enzarzaban en agendas de reuniones a cuál más alambicada, los jueces del Supremo y los abogados defensores iniciaban de manera solemne los trámites previos al juicio a los políticos presos catalanes, que debería empezar en enero. No es fácil contestar a la pregunta con la que iniciábamos el Ojo, porque como casi todo en política, va a depender de los resultados que se obtengan de la apuesta. Poco margen le queda ya a Sánchez, pero también es escaso el tiempo que le resta a Torra. Con una oposición como la que tiene el presidente socialista, las oportunidades de variar de política son mínimas.
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La única alternativa que vociferan PP y Ciudadanos a estos intentos de Sánchez de apaciguamiento, de diálogo, de buscar una salida política a la crisis es la aplicación inmediata del 155, pero más dura, que si ya fue un fiasco en diciembre pasado, esta versión del a mí Sabino que los arrollo, solo promete más bronca, más separación, más enemistad. El fracaso total. Así que apoyemos los intentos de hacer política, incluso estos jeribeques de un ridículo juego del escondite. Y crucemos los dedos.