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Sofá Sonoro | reportaje

El infierno de la violencia machista de las grandes estrellas de la música

Mitos, leyendas, voces eternas, Billie Holiday, Nina Simone, Aretha Franklin y Tina Turner también comparten un pasado marcado por la violencia machista y los abusos sexuales, un pasado del que consiguieron escapar

Tina Turner durante una actuación en 1973 / GETTY IMAGES

Madrid

Fueron estrellas, artistas eternas que dejaron su huella en la historia de la música, pero también fueron víctimas del machismo. Las grandes voces afroamericanas comparten un pasado marcado por la violencia física y sexual, por abusos y explotación laboral.

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Las vidas de artistas como Billie Holiday o Nina Simone, Aretha Franklin o Tina Turner están unidas a los abusos, los que recibieron mujeres afroamericanas que vivieron el racismo más salvaje y el machismo más intenso. Sus dramas marcaron sus canciones, llegaron a lo más alto, pero tras el éxito se esconden historias de miseria, miedo y dolor.

Maridos violentos, controladores o estafadores, a veces todo a vez, marcaron las vidas de algunas de las estrellas más brillantes del firmamento. Mujeres atormentadas que supieron salir de ese infierno y con más miedo que certezas hacer las maletas y huir de sus infiernos con una mano delante y otra detrás y su talento como herramienta para labrarse un futuro.

Billie Holiday, violación, prostitución y abusos

Billie Holiday junto a su perro en 1940 / GETTY IMAGES

Nunca un artista cantó con tanto dolor como Billie Holiday (1915-1959), pero el precio que pagó la vocalista por su arte fue demasiado alto. Billie Holiday descubrió el sexo a los diez años cuando un hombre de 40, que vivía en su casa, la violó. Su madre denunció la violación y el hombre y la niña acabaron en comisaria. Ella pasó varios días en un calabozo ensangrentada. Días después hubo un juicio. Al hombre le cayeron cinco años y a ella la internaron en una institución católica.

Años después, arrinconada por la pobreza, Holiday trabajó como prostituta en Nueva York. “Pronto tuve dos jóvenes blancos con los que podía contar regularmente. La señora que regentaba el burdel de Harlem se guardaba cinco dólares de cada veinte que me pagaban”, explicaba la cantante en sus memorias, ‘Lady sing the blues’.

"Un día apareció un negro enorme e insistió en que quería tenerme a mí y solo a mí"

En aquellos años, la intérprete vivió situaciones terribles que marcaron su relación con el sexo y los hombres. “Un día apareció un negro enorme e insistió en que quería tenerme a mí y solo a mí. Me dio cincuenta dólares. Un precio bajo si tenemos en cuenta que casi me mata. Estuve fuera de juego varios días en los que ni siquiera podía apoyar los pies en el suelo”, relataba Holiday. La dolorosa experiencia provocó que la cantante tuviese terror a acostarse con hombres negros y ese miedo provocó su regreso a una celda. “Un día se presentó otro negro enorme que contralaba Harlem y me negué a acostarme con él. Aquel hombre, que sabía que era menor, me denunció por ejercer la prostitución y acabé pasando cuatro meses en prisión”.

Poco después, Billie Holiday comenzó su carrera musical y su vida sentimental. Su primer marido la introdujo en la heroína y con él comenzaron las palizas. Salió corriendo tras dedicarle la enorme ‘Dont explain’ a sus infidelidades. Sin embargo, cada paso en el camino de la cantante parecía ir en una dirección más peligrosa. “Pasó por todo el zoo hasta que llegó al leopardo”, contó un amigo de la intérprete. Con ese se quedó. Louis McKay, su último marido. El peor. Durante toda su vida, Holiday vivió con chulos, camellos y abusadores. Casi todos la robaron, la engañaron e incluso llegaron a denunciarla a narcóticos para que fuese detenida. Pero Billie también aprendió que no se necesitan demasiadas cosas para salir corriendo en mitad de la noche.

Nina Simone, violada y explotada

Nina Simone en una actuación en el Festival de Newport de 1970 / GETTY IMAGES

Las comparaciones musicales entre Billie Holiday y Nina Simone (1933-2003) fueron constantes durante la carrera de la pianista. Sus vidas caminaron por caminos diferentes en épocas distintas. Sin embargo, Simone también conoció el horror de la violencia doméstica, el control de un marido autoritario con la mano demasiado larga.

Nina Simone y Andy Straud, un policía duro de Harlem, se prometieron en agosto de 1961. Aquella misma noche, Simone descubrió el tipo de hombre con el que se iba a casar. Tras emborracharse, Straud tuvo un ataque de celos con un fan y sacó a su mujer de la fiesta. “Le pegó en el taxi, en la acera delante de su casa, en el recibidor, en el ascensor hasta el piso 12, en el pasillo”, recordaba David Brun- Lambert en el libro ‘La vida a muerte de Nina Simone’. Ya en casa, Straud ató a su mujer a una silla y la interrogó sobre todas sus relaciones. Le pegó y hasta le puso un revolver en la sien. Luego la llevó a la habitación, la ató y la violó. Nina gritó hasta que su prometido se durmió.

Straud ató a su mujer a una silla y la interrogó sobre todas sus relaciones. Le pegó y hasta le puso un revolver en la sien. Luego la llevó a la habitación y la violó

Durante dos semanas, Nina ocultó su rostro herido en la casa de una amiga, cuando salió a la calle, él la encontró rápido. No recordaba nada. La pareja se casó poco después tras visitar a un psicólogo.

Durante todo su matrimonio, Andy Straud ejerció de manager de la pianista. La convirtió en una estrella. En una estrella explotada que trabajaba estando enferma y a la que alejó de la niña que la pareja tuvo. A Nina Simone se le privó de la maternidad y acabó convirtiéndose en una madre ausente como lo fue la suya. Straud controló el dinero y la carrera de Simone. Cuando la cantante hizo la maleta tras años de golpes y escapó a Liberia, se fue sin nada. Él se había encargado de todo, menos de pagar a Hacienda. Nina Simone fue, años después, diagnosticada con un trastorno bipolar y acabó arruinada y olvidada. Pero también, como Billie, tuvo el coraje de escapar de aquel hombre. Simone nunca se volvió a casar ni aceptó que nadie más controlase sus finanzas.

Aretha Franklin, el silencio de la diva

Aretha Franklin junto al productor Jerry Wesler (izquierda) y su exmarido Ted White / GETTY IMAGES

Mientras que las historias de Simone y Holiday se convirtieron en dramas conocidos, Aretha Franklin (1942-2018) siempre quiso ocultar su vida privada y proyectar una imagen de perfección. Pero su adolescencia y su primer matrimonio también esconden el horror de los abusos.

Tras la muerte de Aretha se ha recordado que fue una niña prodigio, pero también una madre precoz con dos hijos antes de cumplir los 15 años. Ella misma recordaba haber estado en la cama con Sam Cooke cuando tenía 12 años. Cook era amigo de su padre, el afamado reverendo Franklin, en cuyas iglesias, como contaría Ray Charles, se celebraban orgías salvajes. Aretha, cuya madre abandonó a su padre y murió cuando la cantante tenía 10 años, creció en un ambiente de libertinaje sexual con un padre que poco hacía por proteger a su hija preadolescente.

Tras lanzarse a una carrera musical incomparable, Aretha se casó a los 19 años con Ted White, que se convirtió en su manager. Las noticias sobre las agresiones de White a Aretha no tardaron en llegar, incluso White reconocía haber golpeado a su mujer, incluida una pelea en hotel del que fueron expulsados.

En 1968, siete años después de la boda y en plena cima de la carrera de Aretha, la pareja se divorció. “Dicen que es un mundo de hombres pero no lo puedes probar en mí. Y mientras tú y yo estemos juntos muestra algo de respeto por mí”, cantaba Aretha un año antes en ‘Do Right Woman’. No hubo respecto y Franklin escapó de aquella vida. “Todos sabían que Ted White era un hombre bruto”, contó su cuñada al biógrafo de la cantante. Aretha tardó muchos años en volver a casarse y corrió un tupido velo sobre aquella etapa de su vida. Las adicciones de la cantante y los episodios en los que comía compulsivamente quizá fuesen vicios, tal vez fuesen maneras en las que su ansiedad y sus traumas tomaban forma.

El infierno de Tina Turner

Tina Turner junto a Ike a la llegada a Londres en 1972 / GETTY IMAGES

De todas las historias de abusos y violencia, ninguna resulta tan aterradora como la de Tina Turner. Anna Mae Bullock conoció a Ike Turner sobre el escenario. Fue a verlo cuando tenía 17 años y no lo vio atractivo, pero subió a cantar con él y se enganchó de la adrenalina del escenario. Ike era una gran estrella y la joven acabó atrapada en su red. Se hicieron amigos, se unió a la banda y unos meses después estaba embarazada de su segundo hijo, el primero con Ike, que tenía varios hijos, varias exmujeres y media docena de amantes.

Ike y Anna Mae se casaron en Tijuana porque allí no pedían muchos papeles y esa noche el guitarrista llevó a su nueva esposa a un espectáculo de sexo en vivo. El problema para Bullock llegó cuando el sello de Turner decidió que ella debía convertirse en la estrella del espectáculo. Sin decir nada, Ike convirtió a Anna Mae en Tina Turner. Cuando ella dijo que no le gustaba el nombre se llevó el primer golpe. El primero de muchos. Ike Turner se convirtió en su dueño. Como ahora estaban casados, ya no tenía que pagarla por cantar. El guitarrista tomó el control de todo. Y cuando algo no cuadraba, usaba la violencia. Todo empeoró cuando Turner comenzó a consumir cocaína en los setenta. “De una manera perversa, los moratones y las heridas eran su firma, su forma de decir: es mía y puedo hacer lo que quiera”, confesaba la cantante en ‘My Love Story by Tina Turner’.

"Usó tantas veces mi nariz como un saco de boxeo que podía sentir la sangre bajar por mi garganta cuando cantaba"

La vida de Tina se convirtió en un infierno de palizas, violaciones y amenazas, de engaños y adulterio. Ike metió en su casa a vivir a sus tres amantes, a una de ellas la dejó embarazada. El testimonio de Tina Turner, conocido y llevado incluso al cine, no deja de impactar. “El sexo con Ike parecía una violación sobre todo cuando empezaba o acababa con palizas. Usó tantas veces mi nariz como un saco de boxeo que podía sentir la sangre bajar por mi garganta cuando cantaba”, relataba la intérprete.

Un día, Tina no aguantó más. Salió corriendo en mitad de la noche con 36 céntimos en el bolsillo y no miró atrás. Tina Turner rehízo su vida y su carrera, voló sola y brilló lejos de la sombra de Ike Turner, que quedó señalado y condenado por el mundo musical tras conocerse el infierno al que sometió a su esposa. David Bowie, con quien Tina cantó años después, comparó a la cantante con el mítico ave fénix que resurge de las cenizas. Cuando le han preguntado sobre aquello, sobre cómo salir de ese horror, Tina tiene un consejo para las mujeres que vivan algo parecido. “No tengas miedo, nada puede ser peor de donde estás ahora mismo”.

La violencia de género en las grandes estrellas de la música
 
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