Por sus aliados los conoceréis
Josep Ramoneda reflexiona sobre los posibles pactos en la derecha tras las elecciones andaluzas, el ascenso del ultraderechista Vox y las protestas de los conocidos como "chalecos amarillos" en Francia
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Por sus aliados los conoceréis
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Barcelona
Por sus aliados los conoceréis. Pablo Casado se plantea dar entrada a Vox en un futuro gobierno andaluz, lo cual significaría que el PP se inclina definitivamente por la vía Salvini-Orban de moda en Europa. ¿Qué haría Ciudadanos en este caso? La Faes de Aznar ya ha bendecido el frente de sus tres pupilos para la reconquista. ¿No hay nadie en la derecha que crea todavía en el centro? ¿Dan todos ya por hecho el paso inexorable al autoritarismo?
Dicen que la extrema derecha es antielitista. Si se habla de las élites económicas es completamente falso. La extrema derecha usa la estrategia populista a favor suyo. Se presenta como defensora de los desfavorecidos, pero les mete en el túnel del neoliberalismo más radical. El programa de Vox en este sentido no ofrece dudas. Por eso la derecha convencional no tiene problema en acercarse a ellos. Saben que su reconquista no afecta a los grandes intereses económicos. Es pura demagogia.
Francia vive cíclicamente sus revueltas, siempre con esta componente de espontaneidad y de falta de liderazgo que genera desconcierto. La ausencia de interlocutores, la diversidad de los movilizados, la falta de proyecto político, hacen difícil hilvanar una negociación. Pero todos los partidos saben que la irritación es profunda y que el movimiento es muy popular. De Le Pen a Mélenchon, de Wacquiez a Faure, ninguno ha pedido a Macron mano dura y represión, sino acción política para encauzar la frustración. Y el presidente, consciente de su debilidad, no ha querido ser menos. Y ha anunciado una moratoria de aquellas propuestas del gobierno que provocaron la revuelta. Es hora de afrontar de verdad los costes sociales de las mutaciones del capitalismo.
Una reflexión: en Francia las revueltas han generado situaciones de violencia muchísimo más duras que las que ha vivido el proceso independentista. Hay algunos centenares de agitadores, muchos ya están en la calle. Aquí, personas como Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, que usaron su liderazgo social para que un movimiento pacífico no degenerara en violencia llevan ya más de un año en la cárcel. Francamente, cuesta entenderlo.