O ellos, o su electorado
Pablo Casado y Albert Rivera han jugado a algo raro. No se entiende muy bien que a ambos pimpollos les haya atacado un fuerte ataque de tortícolis, tan molesta, de tanto mirar a su extrema derecha
Madrid
Ya tenemos aquí las elecciones andaluzas y los candidatos apuran sus últimos momentos de mítines, esas reuniones de amigos que siempre acaban con vítores a su líder, ya enardecido por haberle soltado cuatro frescas a sus contrincantes, que a su vez han hecho lo propio con los suyos.
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Susana Díaz ha hecho su campaña, la de la socialista de una pieza, Teresa Rodríguez la de una roja, rojísima a tiempo completo, Vox no ha jugado a nada, pobrecitos, que nada tienen para ofrecer ni en su mochila ni en su cabeza, pero Pablo Casado y Albert Rivera han jugado a algo raro. No se entiende muy bien que a ambos pimpollos les haya atacado un fuerte ataque de tortícolis, tan molesta, de tanto mirar a su extrema derecha. Hay solo dos hipótesis posibles y este atemorizado Ojo no sabe cuál de ellas le da más miedo: o ellos mismos en su mismidad son así de fachas, y hasta ahora han querido jugar a hacernos creer que eran muy centristas, o es que están convencidos de que su electorado está todavía más a la derecha, rozando los límites del fascismo, y no les causa ningún empacho asumir esa bazofia ultraderechista que nutre las propuestas de Vox.
Váyanse pues a los extremos hasta parecerse a Le Pen y similares líderes europeos. Lo dijo Aznar, su gran timonel: ¡Fuera complejos!