Va de personas
Josep Ramoneda reflexiona sobre la huelga de los profesionales de atención primaria, que reclaman más tiempo para tratar a sus pacientes, la consideración acerca de lo que es delito de odio, los bebés modificados genéticamente en China y la situación de la justicia
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Barcelona
Los médicos catalanes en huelga han aportado un saludable mensaje de humanidad. Reivindicamos más tiempo para las visitas a los enfermos porque estamos hartos de quedar atrapados en la pantalla sin poder mirar a los ojos de los pacientes. Un deseo de reconocimiento para humanizar la medicina al que ya no estamos acostumbrados. Y un mensaje que la política necesita incorporar con urgencia. Va de personas, por encima de todo.
Hace bien la fiscal Segarra en pedir prudencia a la hora de juzgar los delitos de odio. Pero lo que se tendría que hacer de verdad, si la derecha bajara de su desvarío autoritario, es acabar con una tipificación que convierte el acto de juzgar en estrictamente subjetivo. Con esta forma delictiva se pretendía proteger a las minorías en riesgo. En realidad, ha conseguido el efecto contrario: que se persigan a aquellas personas que utilizan la libertad de expresión para criticar a los poderosos y para defender las minorías desprotegidas.
Un genetista chino anuncia la creación de bebés modificados genéticamente, rompiendo de modo manifiesto los códigos que rigen esta actividad científica. No todo está permitido. El problema es por más códigos que haya siempre habrá alguien dispuesto a hacer aquella que la ciencia hace posible, pero la moral reprueba. ¿Es posible hacer triunfar la conciencia de los límites? Este es el desafío de la biología evolutiva: generar un consenso sobre hasta dónde podemos llegar sin romper la unidad de la especie humana, es decir, sin dividirnos definitivamente en hombres y superhombres.
Si el Tribunal Supremo cuestiona el valor de su propia jurisprudencia, ¿cómo podrá pedirse el respeto a la misma por parte de otros órganos judiciales? La pregunta del magistrado José Manuel Sieira dice más que mil debates sobre el espectáculo de autocorrección exprés que dio el Supremo con el debate de las hipotecas. La herida sangra.