Ni un segundo de respiro
¿Qué lleva a sus dirigentes a la crispación como norma, a la deslealtad como proceder natural, a preferir la lucha en el fango que el debate de ideas?
Madrid
¿Qué extraña ciclogénesis explosiva sacude violentamente la actividad política, en plazas públicas, medios de comunicación, Congreso o Senado, cada vez que el Partido Popular pierde el poder? ¿Qué lleva a sus dirigentes a la crispación como norma, a la deslealtad como proceder natural, a preferir la lucha en el fango que el debate de ideas? Creen que el mundo es suyo y se rebelan contra la injusticia de que otros les ganen en apoyos ciudadanos, en estricto seguimiento de procedimientos democráticos, que una y otra vez intentan descalificar.
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Jamás han respetado las políticas de Estado y han utilizado el terrorismo como arma electoral o política, como se vio con Aznar o incluso con Rajoy, con aquel usted ha traicionado a los muertos a Zapatero que le perseguirá como ejemplo de indignidad, pero también la política exterior y bastará con recordar el pedigüeño a González. Desatan los demonios del insulto y azuzan a sus montaraces terminales mediáticas, leña al infiel usurpador de nuestros derechos milenarios hasta que hable inglés.
Sumen a este magma alguna guinda destructiva como ese experto en bombas fétidas, bromista sin gracia que se llama Gabriel Rufián, y ya tendrán ante sus ojos, ah voilá, el circo del sol al completo, volantín para acá, volantín para allá. Olviden toda esperanza de mejoría ambiental, que esta asquerosa basura va a seguir durante meses. ¡Pónganse a cubierto!