Una triste imagen
Madrid
Insultar, agitar con aspavientos, olvidar las elementales normas del decoro, desafiar a la autoridad, burlarse del adversario, impedir que el otro responda o argumente, gesticular para vejar al que habla, todo eso lo hizo ayer el joven diputado Gabriel Rufián en el uso de su acta, en el hemiciclo. Abrumada por la mala educación, la presidenta del Congreso lo expulsó de la Cámara. Y esa es una noticia triste que circula por todas partes como imagen de una sociedad que celebra la democracia, cuarenta años después de aprobada la Constitución. Es muy triste.